Cada 15 de mayo conmemoramos el decreto de 1917 emitido por Venustiano Carranza que reconoce a las maestras y maestros de nuestro país por su contribución histórica a la construcción del sistema educativo. Esta fecha nos invita a reflexionar que la comunidad educativa somos todas y todos, padres y madres de familia, autoridades escolares y por supuesto, maestras y maestros.
El reto no es menor, trabajar de manera coordinada en la educación para la paz nos implica a todas las personas deconstruir un sistema de creencias lleno de estereotipos y roles que por muchos años cimentaron la educación en México, no sólo en lo que se impartía en el aula sino también en los libros de texto e incluso en la carrera magisterial, donde hasta hace muy poco la especialidad en políticas de igualdad y la formación para la paz no tenían valor curricular.
Hablar de la educación y las maestras y maestros a más de un siglo, tiene que iniciar por reconocer cuánto hemos avanzado en la evolución de los maestros como personas formadoras de paz e igualdad, asumiendo que los estereotipos que naturalizaban la discriminación en el aula eran una fuerte limitación para la escolarización de las niñas, llevándolas siempre hacia el trabajo de los cuidados y alejándolas de la ciencia, la tecnología y las matemáticas.
Esta fecha sirve también para cuestionarnos: ¿Hemos garantizado condiciones de igualdad para las maestras y maestros que sostienen la educación de nuestro país? En México hay 2.1 millones de docentes en 255 mil 589 escuelas, donde según un estudio realizado por el Gobierno de México en el tercer trimestre de 2024, la fuerza laboral de profesores de nivel básico era de 28.3% hombres con un salario promedio de ocho mil 660 pesos y 71.7% mujeres, con un salario de siete mil 740 pesos.
La brecha se amplía cuando hablamos de la fuerza laboral de supervisores educativos y especialistas en Ciencias de la Educación. En el tercer trimestre de 2024 se distribuyó en 36.1% hombres con un salario promedio de 14 mil 100 pesos y 63.9% mujeres, con un salario promedio de nueve mil 660 pesos.
Como país nos enfrentamos a un gran reto para garantizar el acceso igualitario para mujeres y hombres en formación técnica, salarial y profesionalización de calidad. La igualdad de género es un derecho fundamental y es esencial para lograr construir un mundo en el cual todas y todos podamos vivir en paz y sustentabilidad. Si bien se han tenido algunos avances en la búsqueda de igualdad de género, es importante implementar políticas públicas que pongan a las y los maestros en el centro, que incorporen la perspectiva de género como eje transversal y que sean vistas como un elemento clave en políticas, presupuestos e instituciones nacionales.
De la misma manera, el Estado mexicano tiene el reto de realizar una revisión a fondo de la formación de las personas docentes en la que se contemplen no solo las habilidades pedagógicas, sino también herramientas para construir entornos igualitarios seguros y libres de discriminación, para que las mismas puedan desempeñar su labor adecuándose a las necesidades de las comunidades que atienden. Un ejemplo de los obstáculos que las maestras tienen para poder mejorar su salario es la labor de los cuidados, que sigue siendo un tema pendiente de resolver y que impide que puedan tener dobles turnos o el acceso a una especialización que les genere mayores competencias.
Las maestras y maestros no solo imparten una materia, forman conciencia y siembran valores. Son quienes acompañan en su desarrollo a niñas y niños, impulsan los talentos e inspiran a las infancias.
Reconocer su labor, es reconocer que sin ellas y ellos no hay un futuro posible. Porque en cada aula donde una maestra o maestro enseña con compromiso y vocación hay una oportunidad de transformar una vida. Hoy más que flores y chocolates, el mejor reconocimiento para nuestras maestras y maestros es el compromiso de valorar su contribución en la formación de nuestras hijas e hijos, su dedicación, pasión y entrega en la posibilidad de construir un mundo más justo, más digno y más igualitario, donde quizá las alumnas y alumnos están encontrando mayores respuestas en la escuela que en los hogares.