La narrativa oficial del gobierno federal busca pintar un panorama optimista en materia de seguridad, pero al revisar los datos reales, la distancia entre el discurso y los hechos se vuelve evidente. Uno de los casos más recientes es la afirmación del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, quien aseguró que durante los primeros siete meses del actual gobierno federal, se han detenido más de 20 mil personas por delitos relacionados con la delincuencia organizada. Sin embargo, al contrastar esa cifra con los registros disponibles, surge una verdad distinta, ya que desde que Claudia Sheinbaum asumió el poder hasta la fecha, se tiene conocimiento de alrededor de siete mil detenciones, de las cuales una gran parte está vinculada a delitos del fuero común y solamente mil 577 están relacionadas directamente con delitos de alto impacto o delincuencia organizada; las cifras presentadas por el gobierno no solo están infladas, sino que son engañosas en su categorización de delincuencia organizada.
Lo que nos queda claro como ciudadanos comunes es que la estrategia se sintetiza en englobar detenciones por delitos menores bajo el tópico de “alto impacto” para inflar resultados, manipular la percepción pública y posicionar una imagen de eficiencia que no corresponde con la realidad de muchas regiones del país, donde la violencia y el crimen continúan escalando. Aunado a lo anterior, las cifras oficiales no desglosan cuántos de estos casos se han judicializado ni cuántos procesos federales están actualmente activos en juzgados penales federales.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la FGR, en 2024 se iniciaron más de 78 mil carpetas de investigación a nivel federal, pero no existe un desglose específico sobre cuántas corresponden a delitos de delincuencia organizada. Esta opacidad y ambigüedad estadística impiden evaluar realmente la eficacia de las estrategias de seguridad y justicia.
La sociedad mexicana merece cifras claras, datos verificables y una política de seguridad basada en hechos, no en ficciones oficiales. El maquillaje de estadísticas solo contribuye a fortalecer la impunidad y a debilitar la confianza en las instituciones. Siendo así, todo lo que el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, está manejando, es una estrategia de publicidad que omite la veracidad de lo que realmente está aconteciendo en nuestro país, como vil política.
Porque la verdad, aunque incómoda, es el primer paso para recuperar la justicia.