Nadie, absolutamente, queremos vivir con miedo. Ni la autoridad, mucho menos la sociedad, queremos tener crisis por situaciones de seguridad, así sean incendios, robos, homicidios, conflictos vecinales, mucho menos violencia intrafamiliar.
Para vivir en paz, todos debemos ser corresponsables. Y aunque suene a cliché, hay temas que nos rebasan pero, si juntos aportáramos nuestra parte, el caos puede ordenarse.
Es muy triste ver cómo nos hemos convertido en seres humanos sociales, pero a la vez individualistas. El morbo le gana a la empatía, el egoísmo a la generosidad, la ambición a la honestidad.
Cuando nos damos cuenta que hemos perdido nuestra capacidad de asombro y hemos normalizado la violencia, nos deshumanizamos y perdemos el sentido de lo correcto y del ideal social.
Buscamos que los demás hagan y ¿cuántas veces nosotros hacemos algo por los demás? Pareciera más fácil organizarnos para pelear que para construir. Pero si esa energía que gastamos de manera negativa, la usáramos en hacer cosas buenas, nuestra realidad sería diferente.
Los reportes de incidencia delictiva proporcionados por el propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran números alentadores en muchos rubros, incidencias delictivas a la baja, por ejemplo, en Guadalajara en robo a negocios e incluso homicidios.
Pero es cierto también, que mientras exista un solo caso, no podemos como autoridad cruzarnos de brazos y hacer como si nada pasara. Pero es un asunto de todas y todos.
Los tres órganos de gobierno deben estar más que nunca, sin pretextos, unidos para prevenir, combatir y sancionar la inseguridad. El Poder Judicial debe buscar la manera de lograr una verdadera impartición de justicia con cero impunidad.
La corrupción es asunto tanto de la autoridad como de la sociedad; en el momento en que nos volvemos cómplices por “comodidad”, por desconocimiento de las leyes, e incluso hasta por “costumbre”; cuando preferimos dar “mordida” en lugar de aceptar responsabilidades y pagar por nuestros actos.
La paz debe iniciar con una conciencia tranquila, con hogares libres de violencia, con la formación de nuestros hijos para que sepan distinguir los riesgos y no solaparlos cuando incurren en faltas.
Es cierto que vivimos una crisis social muy fuerte, no solo en Jalisco sino en todo el país. Y no se trata de culparnos unos a otros, sino atacar el problema de raíz, empezando con nosotros mismos, pasando por nuestros hogares.
Cuando anteponemos el beneficio colectivo por el individual, podemos lograr muchas cosas. Como autoridad hay momentos en los que se debe pensar en la seguridad de las masas, a pesar de ir contra intereses poderosos de unos cuantos.
Pensar en el bien de mis hijos, es pensar como ciudadano responsable y como un funcionario público comprometido que hoy hace un llamado para que seamos cómplices, pero cómplices en construir desde nuestras trincheras una mejor ciudad para todas y todos, en donde juntos construyamos la paz que queremos para Guadalajara, para Jalisco y para México.