Es cierto que la impartición de justicia debe mejorarse también en los ministerios públicos y fiscalías, pero esa no es una razón para no comenzar por elegir a jueces, ministros y magistrados. En ello no existe un acto de venganza o capricho personal de López Obrador o de la presidenta Claudia Sheinbaum Prado, por el contrario, es un rechazo para no elegir a contentillo, como lo hizo en su momento Ernesto Zedillo, a los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Son los dos primeros mandatarios que se niegan a utilizar su poder para colocar a los miembros de la SCJN.