El secretario de Seguridad Ciudadana del gobierno federal, Omar García Harfuch, es una de las “estrellas” del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Pocos como él tienen acceso permanente a la rueda de prensa de cada mañana en Palacio Nacional, y es comprensible en parte por el delicado tema que es su responsabilidad y que está marcando el “segundo piso” de la autollamada cuarta transformación.
Como responsable de la seguridad nacional y como rostro visible de la lucha contra la violencia, la inseguridad y la acción de los poderosos cárteles de la droga, Omar García Harfuch será uno de los personajes a seguir durante todo el sexenio, para bien o para mal.
Ayer, el secretario compareció ante diputados federales para defender su estrategia y en síntesis, subrayó que está teniendo éxito. ¿Por qué? Él mismo expuso algunos resultados para soportar sus aseveraciones:
a) Se rompen récords de decomiso de drogas, y como ejemplo están las más de 38 toneladas de cocaína aseguradas por integrantes de la Marina Armada de México, en las costas del Océano Pacífico.
b) Se han incautado 100 mil armas de fuego en seis meses.
c) Se han destruido más de 915 laboratorios o espacios ilegales de elaboración de drogas sintéticas y metanfetaminas.
d) En todos los cárteles han efectuado detenciones de liderazgos de diferentes niveles.
e) En los primeros siete meses de la administración federal se registra 25% menos homicidios que en el inicio del período de gobierno. “Es la cifra más baja desde 2018”, sostiene García Harfuch.
El secretario tiene además un gesto de aparente humildad al preguntarse públicamente y responder: “¿Estamos diciendo que ya está resuelto el tema? Por supuesto que no, pero la gente tiene que saber que hay 25% menos homicidios de lo que había ocurrido”.
Es evidente que la presidenta Claudia Sheinbaum tiene la consigna de no romper públicamente con Andrés Manuel López Obrador. Por eso no aborda abiertamente los múltiples casos de corrupción ejercida por las organizaciones criminales, en las que se involucran aliados y miembros de círculos políticos del expresidente.
Por eso, no rompe con él ni niega que la idea aquella de “abrazos no balazos”, ya no aplica en este sexenio, aunque no la reprueben públicamente, junto con todas sus nefastas consecuencias.
Por el bien de México, por el bien de la administración de Sheinbaum, Omar García Harfuch debe tener éxito en el combate al crimen organizado y en la disminución de la violencia y la producción de drogas sintéticas. Además, es una exigencia, una demanda permanente, del gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos. Y desde ahí se tomarán medidas sin paciencia, si no se dan los resultados que exigen.
Mucho se ha afirmado que García Harfuch es el “delfín” de Claudia Sheinbaum. Aunque esa historia política apenas se empieza a escribir, no habrá mucho qué agregarle si no decomisan más, si no detienen más, si no recuperan más territorio y se lo arrebatan a los cárteles.
Y las reacciones violentas más fuertes de las organizaciones delictivas, apenas empiezan a registrarse.