La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no llegó a ningún acuerdo en las negociaciones que por varias horas se efectuaron ayer en la sede de la Secretaría de Gobernación. El plantón en la capital del país se mantendrá a pesar de la desesperación y molestia de los habitantes de la ciudad, pero sobre todo, a pesar de la urgencia que ha impreso la presidenta Claudia Sheinbaum en sus últimas consideraciones sobre el tema.
El gobierno de Sheinbaum está en un callejón sin salida.
Han jurado y perjurado que no habrá represión. Lo que en términos reales significa que no van a ponerle ningún límite a las protestas y plantones de los maestros, a pesar de las pérdidas económicas, del estrangulamiento de la movilidad y sobre todo, a pesar de la amenaza de boicotear la jornada de elección judicial que se realizará este domingo 1 de junio.
La presidenta también ha argumentado que no ha posibilidad de cumplir con las demandas de los maestros, que se sintetizan en dos termas: aumento salarial al 100% y derogación total de la Ley del ISSSTE y la denominada reforma educativa.
Sobre el incremento salarial, se afirma que no hay más recursos económicos para el sector; de las reformas, sencillamente no sería posible por la premura del tiempo y las necesidades legislativas.
Los maestros de la CNTE no van a dar marcha atrás. La tensión y el reto han llegado tan lejos que de este punto sólo pueden salir o totalmente derrotados o totalmente triunfadores. Pero esto último sería a costa de la imagen presidencial, que está perdiendo simpatía en la Ciudad de México (su principal bastión y donde fue jefa de Gobierno) y también está sufriendo desgaste en su posición internacional.
El periplo de estas manifestaciones ha dejado totalmente exhibidos a los secretarios de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez; y de Educación, Mario Delgado Carrillo, que no supieron o no tuvieron la previsión sobre el alcance de estas movilizaciones, que se combinaron –para su mala suerte– con eventos económicos y de violencia en la capital del país.
Ninguno de los dos ha podido hacer una gestión eficaz con los dirigentes de la CNTE, y la oferta que hicieron ayer, sobre las edades máximas de jubilación para maestros y maestras, ni siquiera fue tomada en cuenta. Aún más, dirigentes de la CNTE lanzaron una acusación sorprendente al gobierno de Claudia Sheinbaum: no representa ni defiende al pueblo, sino que defiende intereses privados, los que manejan los recursos públicos para el magisterio.
Es un mundo bizarro. En la semana, la presidenta Sheinbaum acusó a la CNTE de comportarse “como la derecha”, y ahora, el organismo magisterial que apoyó los triunfos electorales de López Obrador y de la actual presidenta, acusa que traicionaron la “transformación”.
La gran duda es si la CNTE boicoteará, como amenazó, la elección judicial. Ese sería un conflicto político de proporciones inesperadas.