Estamos viviendo un momento histórico en la vida democrática de nuestro país: un punto de inflexión, marcado por un intento de regresión, pero también por una resistencia viva y fuerte.
“La dictadura perfecta”, “el partido hegemónico”, “el régimen autoritario”, “el presidente con facultades metaconstitucionales”, “el poder absoluto”, “la caída del sistema”… forman parte de un pasado que creímos superado, pero que hoy Morena se ha encargado de revivir. El ejemplo más claro es la elección del Poder Judicial.
Hemos regresado a la simulación: a un sistema de reglas diseñado para beneficiar únicamente al partido en el poder; a la participación de candidatas y candidatos sin verdadera competencia frente a los “elegidos” del régimen; a una elección que no busca fortalecer la impartición de justicia, sino capturar al Poder Judicial. Un ataque frontal a su autonomía y también a la de la institución responsable de garantizar elecciones democráticas. Todo con un solo objetivo: concentrar el poder.
Estamos ante una elección fraudulenta que dejará más dudas que certezas, viciada de origen por el capricho y la sed de venganza de un expresidente, cuyo único límite fue la división de poderes, y que se empeñó en desaparecer ese contrapeso. Sus incondicionales han seguido ese legado, como tributo al líder, pero también para el beneficio de sí mismos y de su franquicia política.
Lo que este nuevo régimen autoritario no entiende es que, con sus excesos, también ha despertado el espíritu de resistencia sistemática, persistente y resiliente que nos permitió, como país, arrebatarle el poder al partido dominante. Ha encendido en muchas mujeres y hombres una nueva actitud de defensa, desde la oposición, para impedir que el poder se concentre en una sola persona; para que persista la división de poderes; para que no se censure la libertad de expresión, ni la de los medios de comunicación. Una actitud que nos impulsa a alzar la voz frente a la manipulación de las elecciones, como la que viviremos este domingo primero de junio.
Acción Nacional nació como una oposición frente al poder absoluto y hoy, una vez más, nos toca encabezar la defensa de la democracia ante los intentos de regresión. Nos exige volver a ser la resistencia cívica contra el autoritarismo y contra quienes pretenden destruir nuestras instituciones.
Hoy más que nunca, vale la pena resistir.
Es por tí, por tu familia, por la justicia y por México.