Ayer, todo lo dicho durante meses acerca de la elección judicial, se cumplió. Una a una las críticas de expertos, oposición, periodistas y ciudadanía se fueron materializando en medio de una jornada electoral desahuciada por el electorado, y cuando hablo del electorado hablo del votante libre, de esos que ayer prácticamente no se apersonaron en las casillas como acto de manifestación contra uno de los golpes más letales al equilibrio de poderes.
La elección judicial le costó al país más de 7 mil millones de pesos, y ni con esta suma billonaria se logró romper con la desinformación acerca del proceso, las candidaturas y el modelo de la votación. Fueron 60 días de una campaña lejana, desconectada y extraña, resultado de una reforma cocinada al vapor, a capricho y con una serie de ilegalidades.
Las diferencias con otros procesos electorales son muy marcadas; al cierre de la jornada del domingo no hubo el famoso Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) ni tampoco un conteo rápido en las casillas, México durmió sin conocer los resultados, mismos que se darán a conocer hasta dentro de 10 días; y lo que en otras elecciones se hace con convicción, esta vez se hizo con inducción.
En algunas casillas hubo largas filas de personas encomendadas a un acordeón, llevadas a votar por obligación o por el miedo de perder el apoyo social del gobierno. La misión: “escribir los números que me dijeron”. ¿Quiénes están detrás de esos números? Sabrá Dios. Son tantas boletas que no entiendo, sólo quiero cumplir con esto e irme a disfrutar mi domingo .
¿Qué hace un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Qué hace un magistrado y qué hace un juez? ¿Qué es el Tribunal Disciplinario? ¿Cómo funciona el Poder Judicial? Son preguntas que millones de personas tienen en la cabeza, aunado a ellas, quienes votaron y también quienes no lo hicieron, tuvieron que resolver si aquellas miles de candidaturas en las 6 –y hasta 13– boletas tienen la experiencia y capacidad para el puesto, si es o no un perfil afín a Morena o si tiene nexos con la criminalidad.
Ayer, poco más de 99 millones de personas estaban llamadas a votar. Pero esta vez, la cita con la democracia no se cumplió porque la democracia no estuvo invitada, al contrario, era la fecha y el lugar para su sepultura, y un acto simbólico para hacer del Poder Judicial un apéndice más de Morena. No se mejoró el sistema de justicia, se terminó con el último contrapeso del poder, ni se vivió la llamada fiesta de la democracia, sino más bien la instauración de una tiranía.