Ayer, 1 de junio de 2025, México vivió una elección inédita: por primera vez, la ciudadanía fue convocada a elegir directamente a jueces, magistrados y ministras del Poder Judicial de la Federación. Sin embargo, la jornada estuvo marcada por una participación ciudadana notoriamente baja, si la comparamos con los procesos electorales de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Esto puede entenderse como resultado del desconocimiento —al tratarse de una elección inédita—, así como de la desconfianza y el escepticismo que rodearon el proceso, en buena medida sembrados desde la oposición al régimen.
La reforma judicial, impulsada por el gobierno federal, fue severamente cuestionada por partidos de oposición y diversos sectores académicos, principalmente por la rapidez de su implementación y la falta de claridad respecto a los perfiles de las candidaturas, lo que generó confusión entre los votantes. Además, desde la oposición se promovió un llamado al boicot, argumentando que esta elección podría comprometer la independencia judicial y consolidar un control político sobre el sistema de justicia. Pero quizá valga la pena preguntarse también por qué durante tantos años normalizamos los cotos de poder y las designaciones opacas al interior del Poder Judicial.
En ese contexto, la “urna vacía” se convirtió en un símbolo elocuente de una ciudadanía que, ante la falta de información sobre los perfiles, y sin herramientas de difusión similares a las de las campañas tradicionales —como spots en radio, televisión o redes sociales—, no encontró incentivos suficientes para acudir a votar. En muchos casos, el silencio fue una forma de expresar incertidumbre, desinterés o inconformidad. Y ahí quedaron, simbólicamente, muchas urnas vacías.
Este hecho nos invita a reflexionar sobre la necesidad de construir procesos democráticos más sólidos, transparentes y participativos, donde la elección de quienes imparten justicia sea resultado de un consenso social informado. Para ello, será indispensable garantizar una mayor difusión, pedagogía y visibilidad sobre quiénes son los aspirantes en este tipo de ejercicios inéditos para la vida pública del país.
La jornada electoral concluyó con la instalación del 99.98% de las casillas previstas, según informó el Instituto Nacional Electoral (INE), aunque se reportaron mil 770 incidentes, entre ellos irrupciones que impidieron el ejercicio del voto y cambios de ubicación por razones climáticas. A pesar de estos contratiempos, el proceso avanzó sin mayores complicaciones logísticas. No obstante, la baja participación ciudadana deja abiertas preguntas relevantes sobre la legitimidad de los resultados y la eficacia de esta reforma para fortalecer la democracia y la justicia en México.
Es esencial que como sociedad, sigamos dialogando, construyendo y exigiendo mecanismos que garanticen tanto la independencia como la calidad del Poder Judicial. Solo así podremos aspirar a una justicia verdaderamente imparcial, accesible y al servicio de todas y todos.