Molusco, el documental de Jis, extiende sus tentáculos

El monero Jis es el mejor referente que tenemos sobre lo que significa crear fuera de los márgenes. En la era de “lo correcto”, de la ascensión de los nuevos puritanismos, en los tiempos del neoconservadurismo, del “eso no se puede”, del “eso no se vale”, de la inmolación del humor, de la satanización de la comedia corrosiva, del miedo a la incomodidad y de las cancelaciones a destajo… sí, en el mundo que vivimos hoy, el arte de Jis nos recuerda la importancia de la transgresión, de la desfachatez y la “indecencia”, de la belleza de lo imprevisible y lo visceral.

Molusco es el título del largometraje documental de Mauricio Bidault que gira en torno a la figura de Jis. Y un poco más: nos habla sobre “la transgresión como valor”, en palabras del director. El filme tendrá su estreno mundial en el marco del FICG 40 (con una única función ya agotada) y, por tal motivo, hace unos días charlé con Bidault al respecto.

La conversación que tuvimos sobre Molusco me dejó claro algo que ya sabía (pues pude echarle un ojo a la peli durante su postproducción y sus primeros cortes): que no estamos frente a un documental convencional, esto debido a que su protagonista no es convencional.

Estamos ante una película íntima, sí, pero también de opiniones desbordadas, libres y orgánicas, que hace un zoom in profundamente personal a Jis, y que, además, es colectivamente reveladora. Una obra que elige no trazar el retrato del monero desde los datos duros, sino desde la rara sustancia de su mundo interior. Y, sobre todo, a partir de lo que significa Jis para quienes hemos tenido contacto con su arte.

Y es que intentar entender a Jis desde el archivo es, me dijo Bidault, “imposible”. Coincido. Su universo —poblado de criaturas viscosas, gags escatológicos y disrupciones poéticas— no se deja atrapar por las rutas cronológicas, ni por la biopic de fórmula, ni por el método académico. De ahí que el director proponga una ruta inversa. Molusco nos cuenta a Jis de dentro hacia afuera. El reto es monumental: este documental intenta filmar no su biografía, sino su cosmovisión.

Poblado en igual medida de voces reconocidas (Guillermo del Toro, Diego Luna, Giménez Cacho, los Tacubos) y de voces cercanas a la vida de Jis (su esposa, Trino), el documental consigue enunciar qué es lo que sentimos frente a la obra de Jis; dichas personas, al verbalizar la relación personal, cultural y/o emocional que tienen con él, consiguen expresar lo que todos pensamos: que a Jis, cuando lo lees, lo estás viviendo y experimentando.

Más interesante aún resulta el hecho de que Jis sirve para reflexionar sobre la libertad de expresión y la pulsión creativa. La libertad que molesta. La que se hace preguntas. La que expresa las cosas que, quizá, sería mejor dejar en el cajón. Cuando la transgresión es pecado, el documental reivindica a un autor que, desde su trinchera dibujada, nos recuerda que el arte no pide permiso. Que qué chido es “no encajar”. Que qué necesario es el humor, sobre todo el más delirante.