El próximo domingo 15 de junio se festeja en nuestro país el Día del Padre. Me permitiré recordar el importante papel que juega el padre en una familia, muy particularmente cuando hay un miembro de la familia con discapacidad.
El papel del padre en la familia es trascendental para el desarrollo de los hijos.
Un padre presente y comprometido con la crianza de sus hijos, contribuye de buena manera, no sólo en su bienestar físico, sino psicológico, emocional y social.
La tarea de educar y criar a un hijo conlleva un sinnúmero de situaciones complejas; al intervenir de manera armoniosa tanto el papá como la mamá, pueden esperarse mejores resultados, sin que esto sea una garantía de que se logre.
No hay familias ideales, ni tampoco padres ni madres que realicen perfectamente su labor de crianza y desarrollo de sus hijos. Como dicen por ahí, los hijos no vienen con manual, sin embargo, son muchas las investigaciones sobre lo importante que es la figura paterna para el apoyo emocional y buen desarrollo de los hijos.
La labor de un padre cobra mayor relevancia cuando existe un hijo con discapacidad, no solamente para apoyar en su educación sino también para intervenir en el cuidado del hijo o dividirse en las tareas con los demás hijos de la familia, sobre todo en los momentos en los que la o el hijo con discapacidad requieren más tiempo de atención para ir a la terapia o practicar los ejercicios entre una y otra visita a la terapeuta, llevarlo al médico, hacerle curaciones u otros muchos cuidados que requiere.
Dejar estas actividades a una sola persona, como en algunos casos sucede, es agotador. Las tareas del cuidador principal comúnmente recaen en la mamá, es por tanto importante que el padre comprenda la importancia de su papel en la relación con sus hijos.
Es muy grato saber que los modelos de crianza responsable no recaen, como antes, de forma exclusiva sobre la mujer, sino que hoy en día es muy bien visto que tanto el papá como la mamá compartan el quehacer de educar y criar a los hijos.
En semanas pasadas, comentaba yo que en algunos casos el padre, al saber que tenía un hijo con discapacidad, abandonaba a la familia. Esto tampoco es exclusivo del hombre; durante los muchos años que tuve el Cole, me tocó conocer padres de familia, en donde al saber que el hijo tenía una discapacidad, era la mamá la que abandonaba el hogar, dejando al padre solo al cuidado de sus hijos.
De ninguna forma quiero juzgar aquí a quienes abandonan a la familia cuando existe un hijo con discapacidad.
Yo hoy, prefiero honrar a los padres de familia que de forma responsable comparten el trascendente cometido de ser papá de un hijo con discapacidad.
En lo particular, yo soy hija de un padre que cumplió con creces su labor como papá, aunque en su tiempo no se acostumbraba que los varones se hicieran cargo de la educación y los cuidados de los hijos, como hoy.
En mi casa, pareciera que las cosas se adelantaron a los tiempos donde los padres se involucran más en la tarea de la educación y la crianza de los hijos.
Fuimos cinco hijos, por lo cual mi papá trabajaba mucho para proveernos de lo necesario en cuestión de bienestar y educación. Fue un padre comprometido, sobre todo con nuestra salud; nunca escatimó en recursos para darnos la mejor atención médica, aunque eso implicara que por años seguía pagando las cirugías que tenían que realizarnos.
Le encantaba viajar y manejar. Nos llevó a conocer muchos lugares Interesantes y hermosos.
Como mi enfermedad es poco conocida, en algunas ocasiones tuve que ser operada en el extranjero y cuando tenía que volver al seguimiento médico después de la cirugía, viajaba sola con mi padre y él se hacía cargo de mi cuidado durante esos trayectos; esto en mis tiempos era poco usual, porque normalmente era la mamá la que se encargaba de estos menesteres.
Recuerdo a mi padre, sentado en la terraza de la casa los fines de semana, remendando el yeso que llevaba en la pierna por la cirugía y arreglando mi silla de ruedas que por mis vagancias, terminaba toda destartalada.
Dicen que la figura paterna ayuda a los niños a desarrollar una mayor autonomía e independencia y en palabras de él, “se me pasó la mano”, porque yo siempre quería hacer todo sola; desde muy pequeña me pasaba de audaz y hasta temeraria; ahora he tenido que aprender que hay momentos en los que no puedes ser independiente y necesitas saber pedir y aceptar ayuda.
También se reconoce que los padres actúan como modelos a seguir, transmitiendo valores, normas y expectativas, y enseñando a los niños cómo resolver conflictos y manejar situaciones difíciles. En esto también fue muy acertado, porque al vivir con una discapacidad son muchos los momentos en los que tienes que aprender a resolver el conflicto; con mucho ingenio y creatividad necesitas hacer frente a las limitantes que la misma discapacidad te presenta.
Yo siempre lo diré: me siento afortunada por la vida que he tenido. En este caso que estamos recordando y conmemorando el Día del Padre, insisto en que soy también afortunada del padre que tuve, de todo el amor que nos dio y lo que me enseñó. A pesar de que hace más de 30 años que falleció, hoy en día sigue estando presente con su ejemplo de tenacidad, su valentía para cambiar todo lo que está en tu mano por complicado que pudiera ser, entender que hacer las cosas diferente y tu discapacidad, no te limitan. Su constancia para no rendirse, aún en los últimos momentos, son sólo algunos de los muchos valores y ejemplos de las enseñanzas que me dejó.
Así que hoy mando un abrazo a todos los padres que asumen la tarea de criar, educar y acompañar a un hijo o hija con discapacidad y elevo una oración que llegue hasta el cielo: ¡Feliz día Papá!