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15 junio 2025
Ismael Ramírez
Ismael Ramírez
Especialista en Medicina Familiar. Maestro en Farmacología. Dr. en Investigación Psicológica

In memoriam: Luis Abram Reyes Vázquez

14 junio 2025
|
05:00
Actualizada
23:02

Un joven de 29 años que cursaba su residencia de especialidad en un hospital del IMSS se quitó la vida en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el pasado 2 de junio (1, 2). Quien escribe esta columna quiere expresar su tristeza por esta muerte prematura.
Los amigos de Abraham Reyes lo describen como talentoso, dedicado y una persona sensible que tocaba el piano. Quienes le conocían de cerca afirman que Luis Abraham era acosado en el hospital donde laboraba; el post con la noticia ha sido reproducido más de diez mil veces. En los comentarios muchas personas comparten sus experiencias de maltrato durante su paso por los hospitales como internos de pregrado y residentes.

En las dos columnas de las últimas semanas, aquí he sostenido que el maltrato es un mal incrustado en la subcultura médica. Esa especie de jerarquía tipo militar que atosiga a algunos, corrompe y privilegia a otros. Uno comentario en redes sociales describe que un grupo de residentes fue obligado a permanecer en el hospital, sin salir ni cambiarse de ropa, por 15 días continuos. Un “castigo” con privación de sueño y obligando a usar la misma ropa durante esos días. Este relato se describe ocurrido en Tepic, Nayarit. Y así, muchas narraciones.

Hay tristeza, pero también rabia, indignación. ¿Dónde está la Comisión Nacional de los Derechos Humanos? ¿Dónde están los funcionarios de las secretarías del Trabajo que fingen ignorar las jornadas de más de 90 horas a la semana a que son sometidos internos y residentes en México? Esta es la primera violencia institucional, a saber, violar las leyes nacionales y locales del trabajo. Si al menos la jornada laboral fuera la legal, los internos y residentes podrían recuperar su energía física y mental, comer con calma, dormir con un día seguro de descanso y con jornada máxima de 48 horas laborales semanales.

La educación y práctica de la medicina debe retomar la mística de nuestro milenario origen: unir la ciencia con el sentido humano de ayudar al otro. Hoy los sistemas burocratizados y centrados en la administración han desvirtuado la educación y práctica de la medicina. El suicidio de un médico al día en Estados Unidos y la trágica muerte de Abraham en nuestro país, son un indicador de esa terrible tendencia. La punta del iceberg del maltrato, normalizado como forma de ser en la educación del médico.

Hoy que se reconoce que la compasión es un elemento fundamental en la relación médico-paciente es más urgente la necesidad de cuidar y cultivar esa compasión en la formación médica. El discurso y la acción están disociados. Estamos perdiendo como sociedad y como profesión, a los estudiantes más empáticos, a los más sensibles, a los más dispuestos a servir. Digo esto, porque como profesor en dos escuelas de medicina, la Universidad de Guadalajara y el TEC de Monterrey, escuché de mis estudiantes de sexto y octavo semestre expresar que “los estudiantes más empáticos ya habían renunciado” antes del sexto o el octavo semestre. Diversos profesores les decían, a veces directamente, “eres demasiado sensible, no sirves para ser médico”. Esa es una falsa creencia dominante en la escuela médica.
Las emociones y sentimientos pueden ser educables. Y los más empáticos son los mejores prospectos.

He dedicado 15 años de mi vida a buscar instrumentos y métodos para educar los afectos. He podido demostrar que un conjunto de medios que incluyen fragmentos de cine, casos reales, teoría sobre el método clínico centrado en el paciente y compartir experiencias en grupos tipo Balint, conforman un método eficaz para formar en la ecuanimidad compasiva. Una configuración que permite al médico ser compasivo y a la vez tomar las mejores decisiones clínicas. Por eso, hoy puedo responder a los profesores que dicen a los estudiantes sensibles que no sirven para ser médicos, que están equivocados. Quienes mejor aprenden a ser ecuánimes y compasivos son los estudiantes y residentes que son sensibles. Estas personas aprenden mucho mejor y más rápidamente a ser compasivos y ecuánimes que los estudiantes y residentes insensibles o indiferentes. Hoy la gran barrera para formar médicos ecuánimes y compasivos son básicamente dos: un sistema de trabajo violatorio de la ley que priva del sueño y del descanso. Y algunos tutores, jefes de servicio y otros funcionarios que justifican la cultura de llevar al extremo a algunos residentes mientras protegen a otros. Un sistema que destruye la benevolencia de los más compasivos.

Acotación

Las generaciones de mexicanos nacidos a finales de la década de 1990 y los nacidos en el siglo XXI son diferentes a las generaciones nacidos en los treinta años previos a esas fechas. Quienes cursaron la carrera médica hasta antes del presente siglo tenían en común gran experiencia de convivencia con sus pares en los barrios y colonias de ciudades y pueblos. La realidad social era palpable y se aprendía a través de intensa socialización primaria en la familia y los barrios, las comunidades donde se vivía. Cuando estas viejas generaciones entraron a la escuela de medicina, el mundo tampoco era virtual, sino real para todos nuestros sentidos. Los cadáveres, los experimentos en ranas, conejos, sacarle sangre al compañero, explorar su cuerpo real. Explorar físicamente al paciente real… el único sentido de la palabra “virtual” era el de algo que podría llegar a ser real, pero no lo era en ese momento. También se obedecía a las estructuras porque toda nuestra vida había tenido alguna forma de estructura más o menos permanente. Las familias mexicanas no vivían los tremendos cambios de todo tipo que se han vivido de los años 90 a la fecha. La certidumbre era mucho mayor que su contrario, lo incierto, lo inestable.

Yo creo que hoy la medicina mexicana vive un accidentado encuentro entre las generaciones formadas en estrecha relación con un sentido de “realidad estable y comprobable por los sentidos”. Es decir, por la certeza de que las percepciones de la realidad intersubjetiva son compartidas y estables. Y por el otro lado, las generaciones formadas por la “virtualidad”, las generaciones de médicos que hoy rondan los 35-40 años y más, se debaten acerca de cómo tratar a internos de pregrado de 21 años que carecen de orientaciones básicas de sentido común cuando están en la consulta externa o el quirófano.

Un ejemplo: Una médica interna de pregrado (MIP abreviado) observa a su tutora mientras integra el cuadro clínico de un bebé de 1 año; la tutora está haciendo preguntas a la madre acerca del desarrollo del bebito. De pronto, la MIP, repentinamente, exclama en voz alta dirigiéndose a la madre “¡Que hermoso su bebé, se lo voy a robar!”. Los adultos en la consulta quedan atónitos. Hasta ese momento la MIP era solo una observadora de la consulta que dirige su tutora. Un MIP del “modelo antiguo” no haría una intervención así. Después de la inopinada interrupción de la MIP se trata de retomar el rumbo de la consulta. La tutora prefiere no confrontar a la MIP, el tiempo es muy escaso y teme que sea mal interpretada.
Cierro

La tristeza que hoy siente este columnista es nada, comparada con el sufrimiento de los padres y la familia directa de Abraham, así como de sus amigos más cercanos. La medicina y la sociedad han perdido a un médico humanizado, su familia ha perdido a un hijo, un hermano; sus amigos a un compañero entrañable. Nada puede volverlo a la vida, ni el arrepentimiento de los acosadores, ni el extremo de su propio suicidio agobiado por la culpa. El terrible hecho que se comenta hoy en esta columna nos habla del rompimiento de lazo de enseñanza-aprendizaje entre las generaciones de médicos. ¿Acaso es el momento de ayudarnos de las ciencias psicológicas y que estudian los procesos culturales, la discusión pública, el diálogo, para entender qué nos está pasando a los médicos y a la medicina?

Referencias:
1. https://www.facebook.com/story.php?story_fbid=1154030856768020&id=100064833486870&mibextid=wwXIfr&rdid=G4jnrAEh3qurlupd
2. https://www.infobae.com/mexico/2025/06/07/tras-suicidio-de-medico-residente-del-imss-exresidente-de-urologia-cuenta-que-tambien-sufrio-acoso-pude-haber-sido-yo/

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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