Se aprobó la reforma constitucional conocida como simplificación administrativa, la cual implica la desaparición de diversos Organismos Constitucionales Autónomos (OCA’s), entre ellos el INAI, organismo garante de la transparencia en México. Dicha reforma incluyó la obligatoriedad de replicar la desaparición de los organismos garantes estatales. En el caso de Jalisco, esto implica la extinción del ITEI, otorgándose un plazo a las entidades federativas para armonizar su legislación local.
Ante ello, y para no incurrir en desacato a un mandato constitucional, el Congreso del Estado de Jalisco dio el primer paso al aprobar la reforma correspondiente a la Constitución local. Aún falta la aprobación por parte de la mayoría de los plenos de los ayuntamientos del estado para que la reforma entre en vigor.
Lo aprobado, a decir de los legisladores de las fracciones del PRI y del PAN, fue un albazo contra la transparencia en Jalisco, al consumarse la desaparición del ITEI. Sin embargo, lo que los legisladores no reconocen es que no había mucho margen de maniobra. La reforma federal de simplificación administrativa, ya aprobada por el Constituyente Permanente, obliga sí o sí a las Entidades Federativas a extinguir los OCA’s garantes de la transparencia. Basta observar las reformas emprendidas en la gran mayoría de los estados: algunos más avanzados, otros apenas comenzando la armonización normativa, pero todos en un mismo sentido, desapareciendo los OCA’s garantes de la Transparencia locales.
Por ello, en lo personal, me parece exagerada la narrativa que intenta instalarse, según la cual el Congreso local fue responsable de terminar con la transparencia en el Estado. En todo caso, habría que ser honestos y decir que la reforma local obedece a un mandato constitucional vigente, no a una decisión autónoma de carácter local.
El debate real no está en si el Congreso local debió o no cumplir con una obligación constitucional. El verdadero debate está en si como sociedad qué haremos para evitar que las administraciones públicas sean aún más opacas, pugnando por la rendición de cuentas y tener y garantizar un ejercicio de transparencia, adaptándonos a los cambios aprobados. Y que, sino funcionan, volvamos a empezar a construir instituciones confiables que nos garanticen los estándares mínimos para ejercer el derecho humano a la transparencia y la rendición de cuentas.