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Laura Castro Golarte
Laura Castro Golarte
"Laura Castro Golarte es periodista independiente y activa desde hace más de 40 años; politóloga y doctora en Historia Iberoamericana por la Universidad de Guadalajara. Es autora de varios libros. "

Poder y rebelión

16 junio 2025
|
05:00
Actualizada
21:58

Es cierto que no hay nada nuevo bajo el Sol. Basta con ejercitar un poco la memoria y desempolvar algunos libros para tratar de entender más o menos lo que pasa en estos momentos en Estados Unidos, más allá del gravísimo acoso contra migrantes, particularmente latinos y especialmente mexicanos.

Conocemos los riesgos de las democracias y si bien podríamos discutir si Estados Unidos es una democracia, es claro que los electores se equivocaron al votar mayoritariamente por Donald Trump.
En el día de su cumpleaños, el sábado pasado, lanzó una convocatoria que recuerda a los grandes megalómanos de la historia para hacer más que demostración, ostentación de poder, y resulta que no le salieron las cosas como esperaba. Debería, el presidente del país vecino del norte, leer (no podría decir releer) el “Leviatán”, de Thomas Hobbes escrito a mediados del siglo XVII, sí ¡17!

En realidad, estas exhibiciones tratan de cubrir lo contrario, que no se tiene todo el poder y hay riesgos latentes de rebelión, justo como vimos a lo largo y ancho de la Unión Americana. Hobbes escribió lo siguiente: “… un hombre, para obtener un reino, se conforma a veces con menos poder del necesario para la paz y defensa del Estado. Suele ocurrir, entonces, que cuando el ejercicio del poder otorgado tiene que recuperarse para la salvación pública, sugiere la impresión de un acto injusto (falta de poder absoluto), lo cual (cuando la ocasión se presenta) dispone a muchos hombres a la rebeldía”.

Por supuesto, no podemos obviar ni el contexto ni la época, pero aplica de una manera que lleva a considerar uno de los gritos, leyendas, consignas y hasta representaciones en las manifestaciones del sábado: “No King! No Kings!”. Y Hobbes, aunque no sólo se refirió a monarquías, se centró en ellas.

Lo ocurrido el 14 de junio en Estados Unidos tiene varias lecturas y sin duda, conforme pasen los días, otros asuntos resultarán de reflexiones más serenas y profundas, no tan inmediatas. Es algo para pensar, repensar y analizar porque nos afecta directamente, más que a otros países; aunque, en primerísimo lugar, están los mismos estadounidenses, millones de ellos arrepentidos del resultado electoral del año pasado, que salieron a las calles no nada más contra las redadas que persiguen a migrantes, sino contra los límites que está sobrepasando Trump en el ejercicio de su puesto, contra la amenaza a la democracia que eso implica; contra lo que ciudadanos estadounidenses definieron como “la pérdida de decencia del gobierno” (en gran medida por el nombramiento de Robert F. Kennedy Jr. al frente del Departamento de Salud) y por lo que ya se esperaba desde hace tiempo dadas las declaraciones del propio Trump y de algunos funcionarios: contra las amenazas a la comunidad LGBTQ+. Aparte, pero no menos importante, la crisis económica en franca y vigorosa gestación.

El tema de la decadencia de la Unión Americana está en la mesa de las discusiones desde hace mucho tiempo, décadas, sin embargo, las señales o los signos que vemos ahora, con la salida a las calles de miles de ciudadanos contra el autoritarismo de Trump, nos presenta otro escenario muy preocupante en la medida en que el presidente recurra (y recurre) al uso de la fuerza para reprimir (Trump dijo: “si amenazas a Estados Unidos, nuestras tropas irán por ti”), pero también alentador por la movilización de una sociedad civil por lo general aletargada. Las manifestaciones del sábado son más que una docena de ciudadanos con pancartas dando vueltas en la banqueta de la Casa Blanca. Es mucho más.

La situación de los vecinos del norte es compleja y precaria. Los datos y pronósticos económicos no son buenos, más bien apuntan a una crisis severa; y aparte está la imposición abusiva y apabullante de Trump a otros países con sus famosas tarifas (aranceles) en una serie de decisiones contradictorias, encontradas, echadas para atrás o para adelante, contra sus vecinos y contra el mundo.

Grave, muy grave, fue el asesinato de una congresista demócrata en Minnesota y su esposo, Melissa Hortman, y el atentado contra otro representante y su esposa, que han logrado sobrevivir. Sin embargo, en la persecución del sospechoso la policía encontró una lista de otros funcionarios y legisladores. El gobernador demócrata de ese estado dijo que fue “un acto selectivo de violencia política”. Se sabe que la congresista asesinada se había manifestado contra las políticas de Trump y no ha sido la única. Trump, él sí, con su discurso beligerante que no dudó en reproducir el sábado, está alentando actitudes violentas en un país donde las armas se compran libremente y los asesinatos masivos, lamentable, dolorosa y angustiantemente, son una nota recurrente.

Todo empezó, como de seguro el lector sabe, desde la semana pasada con las manifestaciones en Los Ángeles por la actuación de la policía identificada como ICE por sus siglas en inglés, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas. Al calor de esto, no puedo no mencionar a los opositores en México que lejos de cerrar filas en torno al país (no en torno a la presidenta Claudia Sheinbaum) en circunstancias amenazantes como estas, lanzaron afirmaciones marrulleras y tergiversadas que caben perfectamente en el cajón del colaboracionismo y de la ausencia de un sentido y conciencia de nación, de unidad ante agresiones de esta naturaleza a mexicanos e hijos de mexicanos. Esas actitudes antipatrióticas son generadoras de violencia y división. Esto es inadmisible y reprobable venga de donde venga.

La inconformidad de muchos estadounidenses sigue viva, actuante y progresiva. No hay que perder de vista cómo evoluciona (y el mundo en vilo por la guerra y los ataques de Netanyahu a Irán, más las amenazas del mismo Trump en ese conflicto).
En cuanto a las relaciones México-EE.UU. en estos momentos, seguramente hoy y mañana se generará información a partir de la asistencia de la presidenta de México a la reunión del G-7 en Canadá. Ya lo veremos.

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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