El tiempo pasa…

Nos vamos haciendo viejos… Como canta la argentina Mercedes Sosa.
Es una realidad que los avances en medicina y el control de las enfermedades nos ha hecho más longevos, es decir que vivimos más años, y esto nos obliga a repensar qué debemos hacer para estar preparados para vivir los últimos años con buena calidad de vida.

La Organización de las Naciones Unidas manifiesta: Se espera que la población mundial siga envejeciendo con un aumento considerable en la proporción de personas mayores; se estima que para el año 2080, el número de personas mayores de 65 años supere al número de los menores de 18 años y para el 2030 se espera que el número de lactantes sea menor que la población de 80 años.

“En países con baja fecundidad, se prevé que la participación laboral femenina, el apoyo a las familias y la seguridad económica, mejoren con medidas como permisos parentales, flexibilidad laboral, guarderías asequibles y atención a personas mayores”. (ONU).
Muchos gobiernos reconocen que se ha revertido la pirámide de población, provocando que en muy pocos años habrá más adultos que niños.

En la situación expuesta, se incluye la población con discapacidad. Si antes era trascendental prever servicios y apoyos para cuando esta población tuviera mayor edad, hoy el tema no debe postergarse más; por ningún motivo debe dejarse de lado.

Me atrevo a decir que es urgente para los gobiernos de nuestro país, tanto a nivel federal como estatal y municipal, iniciar desde ya con la atención prioritaria de la población con discapacidad en edad avanzada.

Sigue siendo importante contar con centros de estimulación temprana, rehabilitación y escuelas especiales para la población infantil. Recordemos que el diagnóstico adecuado y la atención oportuna darán un mejor pronóstico para los pequeños.

Es pertinente, analizando el ritmo de envejecimiento que tiene la población, voltear urgentemente la mirada para que los servicios y programas sociales no estén solamente destinados a la niñez, sino dar también apoyo a la población adulta.

Cada día cobra mayor importancia estar preparados para dar respuesta oportuna a la atención de personas con discapacidad que sobrepasan la edad escolar y requieren iniciar con su etapa laboral. En México es el rubro donde quedamos más en deuda con este núcleo poblacional, ya que son pocas las empresas e instituciones, tanto públicas como privadas, que ofrecen espacios laborales inclusivos.

Muchas son las personas con discapacidad que tienen que autoemplearse o recurrir al trabajo informal para mantenerse, porque no son aceptados a laborar en cuanto saben que viven con discapacidad, aun cuando estén preparados para el cargo.

Por otra parte, y no menos urgente y trascendente, es la atención del adulto mayor con discapacidad, que se suma a la población de personas de mayor edad que por envejecimiento empiezan a perder sus habilidades físicas y cognitivas.

Una realidad a considerar no es solo abrir más espacios para empleo incluyente, sino también contar con albergues, casas de descanso y casas de día donde los adultos mayores con discapacidad puedan asistir. Pensemos que los padres en muchos casos ya habrán muerto y que si cuentan con familiares, quizás por sus propias actividades no puedan estar al pendiente de su cuidado.

Actuemos antes que el destino nos alcance. Este es un llamado antes que sea demasiado tarde proceder; no dejemos pasar más tiempo para actuar. Es prioritario.