Al iniciar el temporal de lluvias, los paisajes en la ribera de Chapala se ponen de moda nuevamente. Las lanchas reaparecen y el turismo se fortalece… pero también la discusión sobre el futuro del lago, principal fuente de abasto del líquido para el Área Metropolitana de Guadalajara. Chapala ha sido, desde finales del siglo pasado, el tema de alegato entre organizaciones civiles y autoridades por los múltiples vicios que afectan a la laguna, sin que haya soluciones de largo plazo.
La nueva discusión es por la construcción de un segundo acueducto que, en la visión de los colectivos y los gobiernos municipales de la ribera, acarrea un nuevo riesgo porque la ciudad tomará más agua de la laguna.
Como máxima autoridad en el tema, el secretario de Gestión Integral del Agua, Ernesto Marroquín, acaba de tener una reunión (este 18 de junio) con representantes del colectivo Pueblos en la Defensa del Lago de Chapala, en la que explicó que el segundo acueducto en lugar de ser un perjuicio, representa un beneficio para el lago, por una sencilla razón: permitirá eliminar el origina y viejo acueducto, que desperdicia en el trayecto a la ciudad al menos 40% del agua extraída.
El uso del agua con el segundo acueducto (cuya construcción ya está proyectada), le permitiría al Área Metropolitana tener una mayor cantidad de líquido y además, integrar una serie de equipos de alta tecnología para darle seguimiento a toda el agua y garantizar su llegada a destino. Hay otro tema: la ciudad aún no toma la cantidad de líquido que le permite la Comisión Nacional del Agua, esto es 7.5 metros cúbicos por segundo, de manera que el actual proyecto es perfectamente legal.
La verdad es que suponer que en algún momento la ciudad dejará de tomar agua de Chapala, es una ilusión sin sustento.
Tomar una postura de confrontación entre la metrópoli y los municipios de la ribera de Chapala, también es una postura totalmente reduccionista e irreal.
Lo que sí debe hacerse, como se pretende, es tomar el agua que corresponde y evitar los desperdicios, además de controlar su traslado, potabilización y entrega eficiente para su uso humano e industrial.
Además, lo que está pendiente es completar la totalidad de medidas –también conocidas pero siempre retrasadas– para que desde el Estado de México, pasando por toda la Cuenca Lerma-Santiago, se establezca, plantas potabilizadoras y se evite y castigue la contaminación.
Eso más necesario y urgente que tratar de evitar el segundo acueducto.