La promesa que apenas flota en El Ahogado

Hace unas semanas, el 3 de abril para ser exactos, una densa columna de humo emergía del humedal de la Presa El Ahogado y se esparcía sobre las colonias de El Salto como una advertencia. No era la primera vez que ese ecosistema daba señales de colapso, pero sí fue una de las más visibles. La maleza seca y la contaminación acumulada fueron el combustible de un incendio que obligó a suspender clases y declarar emergencia atmosférica.
El Ahogado es una presa natural que sirve como vaso regulador del Río Santiago, de sobra ya conocido por su contaminación. Durante décadas ha sido objeto de invasiones y hasta utilizado como relleno de escombro, el grado de omisión resalta cuando casi un siglo después de que fuera reconocido como un cuerpo de agua propiedad de la nación (1926) llega el anuncio de que la Conagua y el gobierno municipal de El Salto firmaron un convenio para impedir nuevas construcciones en la zona federal de la presa.
Al menos en discurso político aseguran que cualquier intervención en El Ahogado debe ceñirse a la Ley de Aguas Nacionales. El gobierno de El Salto asegura que velará porque se respete al marco legal y la protección ambiental. ¿Por qué hasta ahora?
Mientras este convenio se anuncia como un acto de responsabilidad, en paralelo se han promovido otros proyectos que, si bien se presentan como sustentables, generan tensiones. El ejemplo evidente es el sistema de distribución de agua tratada desde la planta El Ahogado hacia industrias del corredor de El Salto, impulsado por el propio gobierno estatal. Aunque se trata de una solución innovadora para reutilizar agua y aliviar el acuífero, también evidencia que el humedal ha sido visto más como proveedor de recursos que como ecosistema a preservar. A esto se suma que empresas como Cemex han ocupado por lo menos cinco hectáreas del vaso regulador, con planes de expansión hacia 100 más.
El convenio con Conagua es una oportunidad, pero no una garantía. La firma debe ir acompañada de vigilancia de la zona, sanciones a las ocupaciones ilegales y restauración ecológica; de otra forma el humedal seguirá siendo rehén de intereses cruzados entre industria y gobierno dejando de lado su función como regulador climático, refugio de biodiversidad y defensa natural frente a las inundaciones.
Si esta vez hablamos en serio, de proteger la presa, el humo del último incendio podría no ser una señal de pérdida, sino el inicio de una recuperación. Pero si el acuerdo solo sirve para calmar la presión mediática sin cambiar nada en los hechos, la Presa El Ahogado seguirá siendo un símbolo: el de una ciudad que se “desarrolla” desecando su futuro.
Este jueves, por cierto, distintos organismos civiles de defensa del medio ambiente realizan un recorrido con medios de comunicación para evidenciar inundaciones, modificaciones del cauce y otras irregularidades que ya existen por inacción de las autoridades… a ver con qué nos encontramos.