El fenómeno migratorio es un proceso multifactorial, multicausal, multidimensional y multidireccional que cambia cualitativa y cuantitativamente en el tiempo y el espacio. Estas características modifican la configuración de la migración.
Prueba de ello son los datos publicados esta semana por la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que revelan un cambio en la configuración de la migración “irregular” que cruza por México, pues por primera vez se registró mayor presencia de mujeres y núcleos familiares, contrario a lo visto hace algunos años, cuando el flujo migratorio lo conformaban fundamentalmente hombres jóvenes.
ACNUR encontró que 55% de las personas migrantes encuestadas son mujeres y el resto hombres. Por otro lado, 55 por ciento de la población viajó en un grupo familiar, más allá del fenómeno de las caravanas. Es decir que han optado por moverse al menos en grupos pequeños antes de seguir haciéndolo en soledad. Esta práctica de viajar sin compañía la llevaban a cabo las mujeres desde la década pasada, y parece que hoy en día la han dejado de lado. Por otro lado, una de cada tres personas migrantes encuestadas eran niñas, niños y adolescentes.
Los motivos que generan la expulsión de personas de sus comunidades de origen siguen siendo los mismos reportados desde hace muchos años: 53% huyó por amenazas o intimidación directa, mientras que 43% dejó sus terruños por la violencia callejera y la incapacidad de los gobiernos por otorgarles condiciones mínimas de vida. Además, 76% de migrantes dicen negarse a regresar a sus comunidades por el alto riesgo que eso significa.
Sin duda alguna, el mayor cambio que estamos presenciando en la población de migrantes que llega a México, es el incremento de quienes miran a nuestro país como el territorio final de llegada, mientras en 2023 era 26%, el año pasado subió a 41 puntos porcentuales. Esto implica un cambio significativo, pues los datos referidos muestran que México ha dejado de ser una frontera vertical de paso, para convertirse en un país de acogida, sin que esto nos permita afirmar que han desaparecido los altos niveles de violencia que experimentan los migrantes en nuestro territorio.
El que México sea ahora considerado una tierra de punto final implica diversos retos para los gobiernos de los tres niveles. Por ejemplo, 83% de la población encuestada no contaba con ningún tipo de documentación emitida por autoridades mexicanas, frente al 31% registrado en 2023. La falta de documentación limita el acceso a derechos, servicios básicos y programas sociales, por lo que es urgente fortalecer los mecanismos de regularización y protección. En el mismo sentido, es prioritario poner en marcha una política de asilo sólido y de largo plazo que garantice la protección desde el momento de la llegada hasta la integración efectiva de las personas refugiadas en las comunidades de acogida.
Finalmente, la responsabilidad de humanizar el trayecto migratorio no recae únicamente en las autoridades, por el contrario, quienes conformamos la sociedad civil en conjunto, debemos hacer lo necesario para que las personas migrantes se incorporen en la mejor forma y en el menor tiempo posible a nuestra comunidad.