Después que el fin de semana el presidente Donald Trump ordenó un ataque a Irán con las consecuencias que ahora se conocen: la destrucción de plantas nucleares, las reacciones han sido numerosas alrededor del planeta. La nota dominante, sin embargo, ha sido la preocupación y la condena generalizada por las acciones bélicas, en contraste con los compromisos –incumplidos– por el presidente Trump. Pero al margen de las posturas internacionales, cabe enfocarse totalmente en la cuestión mexicana: ¿Cómo se resolverá el dilema de la relación con el gobierno de los Estados Unidos?
En una primera lectura, el enfrentamiento militar entre Irán y el eje Israel-Estados Unidos parece algo totalmente ajeno a México. Pero no lo es. De hecho no le es ajeno a ningún país del mundo, pero a nuestra república le afecta especialmente.
Las razones son obvias: somos el principal socio comercial de los Estados Unidos, compartimos la mayor frontera del planeta en cuanto paso de mercancías y personas; nuestros intereses mutuos (de pronto con matices conflictivos) pasan por compartir millones de personas e intereses. Aunque el gobierno estadounidense no lo admitiría abiertamente, necesitan a los mexicanos de forma imperativa, ¿y qué decir de las necesidades de nuestro país respecto del vecino del Norte?
En el conocimiento de esta realidad, ¿cómo puede abordar la presidenta Claudia Sheinbaum la reacción a lo acontecido en Irán?
Hay dos realidades que chocan abiertamente: nuestros intereses comunes y la tradición pacifista de México, totalmente irrenunciable y contraria al ataque efectuado contra el gobierno iraní, en un contexto que incluso varios congresistas estadounidenses consideran inconstitucional.
En una primera lectura, se puede decir que es simple para la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, cobijarse bajo la tradición de la diplomacia mexicana y al mismo tiempo, mantener la máxima de “colaboración sin sumisión”, que ella misma acuñó para referirse a la complicada relación con el presidente estadounidense, que un día alaba a la presidenta y al otro, señala a México como un peligro para su nación.
No es así de sencillo.
Lo sabe el personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y lo sabe también el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, que tiene en su responsabilidad la complicada negociación sobre los aranceles y el T-MEC.
Con seguridad, se puede afirmar: el presidente Trump estará esperando, sobre todo de sus socios y aliados, aprobación y respaldo a sus acciones.
La presidenta Claudia Sheinbaum inicia esta semana un trayecto por un campo minado, cada paso (declaraciones) debe hacerse con total cuidado; debe evitar el riesgo de pisar una mina. Y al mismo tiempo, debe responder a las demandas internacionales que claman por justicia y condena contra el ataque (denunciado como ilegal) contra Irán.