Lo que estamos viendo en tiempo real, si es que la información a la que tenemos acceso es la correcta, imparcial, cierta, precisa, es la confirmación de la dominación imperialista de Estados Unidos, “abierta y desnuda”, parafraseando y en total coincidencia con el investigador e historiador del Instituto Mora, César Enrique Pineda (Astillero, 21.06.2025).
¿Exagerado? Quizá muchos piensen que sí, que es una guerra más en la zona caliente del Medio Oriente, como siempre, por las disputadas recurrentes en un territorio todavía pletórico de petróleo y gas. ¿De cuántos enfrentamientos hemos sido testigos por lo menos desde los años setenta del siglo pasado a la fecha? ¿De cuánta manipulación con repercusiones en los precios del petróleo y en la economía mundial? ¿De cuánto intervencionismo con banderas religiosas y supuestas amenazas nucleares? ¿De cuánto gasto en armas y guerras para sostener esas industrias? ¿Y de cuántos conflictos para distraer al mundo?
¿Exagerado? Ya no parece tanto. No, cuando el genocidio en Gaza continúa, cuando sabemos que Donald Trump no cumplió su promesa de resolver en 24 horas el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, alentado por la misma Unión Americana desde la administración anterior; cuando estamos constatando que tampoco cumplió con su discurso de paz y se suma con especial saña (relatada por el mismo presidente de Estados Unidos, usó el término “éxito espectacular” e implicó el despliegue de 125 aviones y 14 bombas de más de 13 mil kilos) a la guerra de Israel contra Irán, mientras el gobierno iraní y el estadounidense tenían semanas en conversaciones con la pacificación como meta.
¿Exagerado? El consenso de propios y extraños es que se urdió el engaño desde hace tiempo e incluso legisladores estadounidenses acusan a Trump de violar la constitución de su país. No pidió autorización al Congreso para emprender el ataque con el pretexto de que fue una ejecución limitada. Internacionalistas como Andrea Rizzi lo explican así: “La decisión de Trump es de muy dudosa legalidad. La arquitectura constitucional estadounidense requiere que para lanzar una guerra hace falta autorización del Congreso. La administración Trump sostiene que la acción contra Irán es limitada y no reclama esa autorización. Pero, por sus características –no es una respuesta a un ataque, no es un golpe individualizado– se parece mucho a una violación constitucional. A un peligroso antecedente de violencia desatada sin control democrático por parte de la principal potencia militar mundial” (El País, 22.06.2025).
¿Exagerado? No lo creo. He estado leyendo y documentando lo que pasa porque, aunque geográficamente estamos lejos y mucho más lejos en términos ideológicos y de principios y valores diplomáticos, es un asunto que nos alcanza y nos alcanzará a toda la humanidad si continúa, en mayor o menor medida, más pronto o más tarde. Esto debe parar.
¿Exagerado pensar que Estados Unidos está ejerciendo de facto una dominación imperialista, clara y abiertamente intervencionista? El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, manifestó su preocupación el mismo día en un comunicado, posterior a una reunión urgente convocada por Irán después de los ataques: “El mundo se encuentra en un punto de inflexión debido a la creciente confrontación entre Israel e Irán, el mundo se precipita a una crisis” y, además, afirmó que la escalada del conflicto es una amenaza directa contra la paz regional y mundial “con consecuencias devastadoras ya visibles con víctimas civiles, destrucción de infraestructuras y ataques a instalaciones nucleares
[…] No estamos presenciando incidentes aislados; vamos camino al caos”. No es exagerado.
Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin parecía que se llevaba bien con Trump, condenó el ataque de inmediato a través de su cancillería: “La irresponsable decisión de someter el territorio de un Estado soberano a ataques con misiles y bombas, independientemente de los argumentos utilizados, viola gravemente el derecho internacional, la Carta de Naciones Unidas y las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que previamente calificaron inequívocamente tales acciones como inaceptables”.
El llamado urgente de México para que las diferencias se diriman mediante el diálogo está bien, pero fue posterior al ataque y lo que se reclama es una postura mucho más contundente que se sume a otras igual de determinantes y con efectos prácticos, es decir, que sea capaz de parar a Estados Unidos y a Israel en sus ataques que violan acuerdos y leyes internacionales. ¿Cuál paz, cuál seguridad con los mandamases de estos países?
México ha apostado por la paz internacional desde siempre y tenemos en esa línea un mensaje de la Presidenta Claudia Sheinbaum ayer en X. Primero citó al papa Francisco: “La guerra es el mayor fracaso de la humanidad. No hay futuro en la destrucción sino en la fraternidad. La paz no sólo es ausencia de guerra, es la construcción de justicia”; después recordó los ocho principios que son la base de la política exterior de nuestro país (https://x.com/Claudiashein/status/1936835770259501435) y finalmente se sumó a las exhortaciones que se hicieron a la ONU antes de la reunión de ayer domingo: “Naciones Unidas debe ser hoy más que nunca la institución que llame a la construcción de la paz”. Me gustaría que mejor dijera: “la institución que ordene la construcción de la paz”.
No es exagerada la descripción de lo que está haciendo Estados Unidos; y sí, muy grave porque no se recurrió a los mecanismos legales para emprender una acción bélica de esta naturaleza; por el engaño (por las semanas de negociación que se tiraron a la basura en un dos por tres cuando la última declaración de Trump fue en el sentido que en dos semanas se tomaría la decisión de si atacar o no) y la respuesta de Irán en “legítima defensa”; es grave por las sucesivas violaciones internacionales que se cometieron y ponen en vilo a la humanidad, no sólo a la región; y es grave porque el genocidio en Gaza continúa. Una señal muy clara de esta gravedad es la postura conjunta de Europa, Rusia y China porque se detenga la escalada y cuanto antes se encuentre una salida pacífica al conflicto. Que estas potencias teman lo peor, son palabras mayores.
La reunión de ayer, hasta donde fue posible seguirla, incluyó manifiestos del estilo de siempre en el Consejo de Seguridad, nada extraordinario o sorpresivo, salvo la afirmación en ese contexto del representante de Irán, Amir Saeid Iravani: “El momento y la escala de la respuesta proporcional de Irán” al ataque de EE.UU. serán decididos por las fuerzas armadas de su país. No son buenas noticias.