¿Qué es verdad y qué es mentira? Ese parece ser el dilema permanente a resolver en Palacio Nacional y en el equipo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en la relación con el gobierno de Donald Trump.
Ayer, en una coincidencia que en condiciones normales no sería otra cosa que una anécdota –pero no vivimos en “condiciones normales” – la presidenta de nuestro país apoyó un discurso en favor de los migrantes en Estados Unidos pronunciado por el conocido actor Diego Luna en un show televisivo, y lo hizo en su rueda de prensa mañanera. Pero más tarde, la fiscal general estadounidense incluyó a México en la lista de “adversarios extranjeros”, junto con Irán, China y Rusia.
¿Dónde lo dijo? Nada menos que en una audiencia ante el Comité de Apropiaciones del Senado, en la que se discutió el presupuesto 2026.
Lo que no parecen haber entendido en Palacio Nacional es que hasta las declaraciones más superficiales están siendo consignadas y anotadas por los integrantes del círculo cercano del presidente Donald Trump. ¿Creen que fue accidente la respuesta de Christopher Landau, subsecretario de Estado, a una integrante de Morena en Jalisco que se burló del retiro de las visas?
Justo en este espacio revisábamos al iniciar la semana el dilema que debe resolverse en el gobierno federal de México, principal socio comercial de los Estados Unidos, después que éste atacó a Irán en una escala de violencia en Oriente Medio. ¿Cómo mantener la postura pacifista de México ante la beligerancia norteamericana?
En estos días, lo que parece broma alcanza el rango de diplomacia internacional. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, llamó a Donald Trump “papito”, en medio de un discurso elogioso por su ataque a Irán. Esto ocurrió justo después que los gobiernos europeos que integran la OTAN, acordaron subir en 5% de su PIB, la inversión en armamentos… justo como lo exigió el presidente norteamericano.
¿Donald Trump tiene razón en todo lo que exige y realiza? Evidentemente no. Ningún jefe de Estado está permanentemente en el acierto.
Pero se trata del presidente de los Estados Unidos.
¿El gobierno mexicano está de acuerdo con ser considerado “adversario extranjero” por la fiscal general estadounidense en un evento oficial ante el Senado?
Habría que preguntarle a Marcelo Ebrard, el secretario de Economía que lleva meses tratando de negociar que no apliquen aranceles y buscando aliados estadounidenses para la revisión del T-MEC. También habría que preguntárselo al canciller Juan Ramón de la Fuente y al embajador mexicano en Washington, Esteban Moctezuma.
Los integrantes del equipo de la presidenta deberían comportarse menos como el senador Fernández Noroña y más, como miembros de un gobierno bajo asedio.