Tener una discapacidad no es algo que se escoja vivir, es una condición de vida con la que naces, o la adquieres en el trayecto de la vida. Una vez que llega ya no se va, te acompañará hasta el último día de tu vida.
Siempre hay dos caminos: padecer, sufrir, amargarte, tirarte al drama, enojarte con la vida, perder la esperanza. O vivir cada día lo mejor que puedas con el propósito firme de ser feliz, encontrando las mejores alternativas para tu condición, adaptándote de forma óptima según sea necesario en cada etapa.
Cuando naces con discapacidad, tus padres tienen a su cargo iniciar este camino y enseñarte con el ejemplo, que siempre podrás elegir cómo vivir la discapacidad.
Nadie dice que es sencillo, y por sentado queda que se vale caer, lo importante es SIEMPRE levantarte. Obvio, pasas por el duelo de vivir con esta condición de vida y el duelo puede repetirse si la misma discapacidad presenta más limitaciones en diferentes fases de la vida.
No es lo mismo cuando eres pequeño, que tus padres te ayudan a sobrellevar las limitantes, a vivir la etapa de la adolescencia o enfrentar los embates de la edad adulta con discapacidad.
La discapacidad en sí, puede estar catalogada de manera general para un grupo específico que la presenta, por ejemplo, la ceguera o la discapacidad física o cualquier otra que podamos mencionar; quizás tengamos características muy parecidas y de seguro algunas particularidades entre una y otra persona.
También es importante reconocer que la situación socioeconómica afecta de diferente forma a quien vive con discapacidad. El acceso a la salud, los servicios médicos y rehabilitación pertinentes en tiempo y calidad, el acceso a la educación, los servicios de atención y cuidados, afectan de forma concluyente la vida de alguien con discapacidad.
Dicho todo lo anterior puedo aseverar que no es la discapacidad la que te define. Lo que realmente te marca es cómo decides vivirla y cómo afrontas cada uno de los ciclos de tu vida.
Hay algo que sí está en nuestras manos cambiar, me refiero a la actitud con la que desafías las barreras y limitantes que te pone enfrente la discapacidad.
La actitud positiva ayuda irrebatiblemente a fomentar la tolerancia, la paciencia y la resiliencia que serán sin lugar a duda, tus aliados y el mejor remedio para vivir con discapacidad.
La alegría, ser feliz, encontrar el lado positivo de cada momento, así como reírte de las peripecias que pasas para sortear las barreras que la sociedad impone, serán el mejor método para no perder la esperanza y vivir esta condición como una gran aventura en lugar de una tragedia.
¿Tú, qué camino eliges vivir?