Casi un año después de que lo hicieran los atletas olímpicos, los primeros bañistas se sumergieron este sábado en las aguas del Sena en pleno centro de París, que autorizó el baño en el río por primera vez desde 1923.
No eran todavía las 08H00 de la mañana y decenas de personas, con flotadores amarillos atados a la cintura, esperaban ya el gran momento en una de las tres zonas habilitadas para el baño, una especie de piscinas equipadas con pontones, escaleras, duchas y vestuarios.
Cerca de la torre Eiffel o frente a la isla de San Luis, cerca de la catedral de Notre-Dame, residentes locales y turistas podrán hacer uso gratuito de estas instalaciones acotadas, que ofrecerán un espacio de ocio y refresco en París.
Prometido como un legado de los Juegos Olímpicos, el poder bañarse en el Sena responde también a una necesidad de adaptación al cambio climático en la capital francesa, que esta semana rozó los 40 ºC por una temprana ola de calor en Europa.
“París tiene la suerte de adelantarse a su tiempo, porque con el calor extremo que solo irá en aumento en nuestras ciudades, (…) invertir en zonas naturales para nadar es esencial”, afirmó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, presente en la inauguración.
“Es un sueño de infancia conseguir que la gente pueda bañarse en el Sena”, agregó.
El acceso a estas zonas es gratuito y regirá dentro de los horarios establecidos hasta el 31 de agosto si la meteorología lo permite. No obstante, habrá un aforo estricto, de entre 150 y 700 personas en función del lugar.