Mirza Flores

En los últimos años, México ha transitado por una peligrosa senda: la militarización de la seguridad pública bajo la bandera de la transformación y el combate a la inseguridad. Lo paradójico es que este camino, hoy impulsado por Morena y su mayoría, es el mismo que antes criticaban con vehemencia cuando eran oposición. La advertencia de voces como la de Clemente Castañeda cobra especial relevancia ante la concentración de poder y la erosión de los contrapesos democráticos.
Morena llegó al poder prometiendo un cambio de régimen y el fin de las viejas prácticas autoritarias. Sin embargo, en materia de seguridad, ha replicado y profundizado la estrategia de militarización que tanto cuestionó en el pasado. La Guardia Nacional, concebida como una institución civil, ha sido absorbida por la lógica militar y subordinada a la Secretaría de la Defensa Nacional. El discurso de “regresar a los militares a los cuarteles” quedó en el olvido, dando paso a una presencia castrense en tareas civiles sin precedentes.
Esta decisión no solo desnaturaliza la función constitucional de las Fuerzas Armadas, sino que rompe el equilibrio entre el poder civil y militar. La experiencia demuestra que la militarización no ha traído ni paz ni seguridad, sino más violencia y vulnerabilidad para los derechos humanos. La falta de resultados y el aumento de violaciones a derechos fundamentales son el saldo de una estrategia fallida que, lejos de corregirse, se ha institucionalizado.
La concentración de poder en manos de Morena y la promoción de la militarización representan un grave retroceso democrático. La advertencia de nuestra bancada en el Congreso de la Unión y la lección de Orwell deben servirnos de guía: la seguridad no puede construirse a costa de la libertad. Un Estado sin controles es un riesgo para todos.
Lo hemos expuesto en diferentes foros y formas: la militarización es una salida falsa para escapar o eludir la avalancha de violencia que se está viviendo en todo el país, eso aunado un debilitamiento paulatino y constante de las policías municipales. Lamentamos el camino unilateral que ha tomado Morena en decisiones que estaremos adoleciendo todos los mexicanos.

Mirza

El Estado vigilante

Los números no mienten y en Jalisco los datos recientes que publica el periódico Mural son contundentes: Pablo Lemus es hoy uno de los gobernadores mejor evaluados del país. A seis meses de haber asumido la gubernatura, Lemus alcanza un 70% de opiniones favorables entre los jaliscienses. Este nivel de respaldo lo coloca como la figura política más sólida de la Entidad.
Movimiento Ciudadano, la primera fuerza política que gobierna Jalisco desde hace más de seis años, mantiene una imagen saludable y aceptada por las y los jaliscienses. El 62% considera que los gobiernos naranjas han sido “excelentes o buenos”. Este respaldo no es casualidad: es el reflejo de administraciones que han apostado por la transparencia, la participación ciudadana y resultados tangibles en materia de obra pública, educación, seguridad y desarrollo económico.
Sumado a esta confianza, nuestros gobiernos cuentan con el reconocimiento de organismos autónomos; el Gobierno de Jalisco acaba de lograr la máxima calificación en transparencia y acceso a la información pública que otorga el instituto local en la materia (ITEI), un logro que contrasta con las prácticas que vemos a nivel federal.
Los gobiernos naranjas en municipios clave como Zapopan, Guadalajara y Tlajomulco han sido ejemplo de gestión eficiente y cercana. Los alcaldes Juan José Frangie y Verónica Delgadillo, destacan con opiniones positivas cada uno, consolidando la tendencia de respaldo a Movimiento Ciudadano en las principales ciudades del Estado. Inversiones históricas en infraestructura, apoyos sociales innovadores y una apuesta clara por la educación y el empleo han transformado la vida de miles de familias. Jalisco es hoy un oasis frente a los embates del oficialismo morenista.
La marca Movimiento Ciudadano atraviesa un momento de salud política innegable. No solo ha roto con el bipartidismo tradicional en Jalisco, sino que ha logrado consolidar una nueva forma de gobernar, más abierta y participativa, que hoy es reconocida por la sociedad. El caso de Pablo Lemus y el respaldo a los gobiernos naranjas son sintomáticos de una ciudadanía que premia los resultados y la cercanía. Jalisco es, hoy por hoy, el mejor ejemplo de que los buenos gobiernos sí dan resultados. Jalisco hoy está en buenas manos.

Jalisco está en buenas manos con Pablo Lemus

Hace más de diez años, lo que hoy conocemos como Movimiento Ciudadano irrumpió con fuerza en la política de Jalisco. En ese entonces, el escenario estaba dominado por partidos tradicionales que parecían tener secuestradas las instituciones públicas y la confianza ciudadana. Gobernaban con ocurrencias, clientelismo y viejas formas de hacer política. Muchos de esos personajes que antes despreciaban la opinión de la gente, hoy reclaman desde la oposición el respaldo que perdieron en las urnas. Hablan con estridencia, pero se les olvidó escuchar cuando eran gobierno.
En contraste, los gobiernos emanados de Movimiento Ciudadano aparecen con frecuencia en los primeros lugares de los rankings de desempeño. Esta semana, el sitio Ranking de Alcaldes de la revista de C&amp;E “Campaigns and Elections” publicó su medición de las grandes ciudades del país, donde tanto Juan José Frangie (Zapopan) como Verónica Delgadillo (Guadalajara) figuran entre los cinco mejores evaluados.
Este resultado no es producto de la casualidad. Es la consecuencia de una política pública con enfoque ciudadano, de gobiernos que entienden que la legitimidad no se hereda ni se decreta: se construye todos los días con trabajo, resultados y cercanía. 
El éxito de estos gobiernos responde a tres elementos clave. Primero, la capacidad de innovación. No se gobierna con recetas viejas, se diseñan soluciones nuevas a problemas urgentes. Segundo, la disciplina en la ejecución. Un buen gobierno no solo promete, también cumple. Y tercero, la comunicación efectiva: explicar, contrastar, rendir cuentas y sobre todo escuchar.
Este ciclo virtuoso ha permitido consolidar una marca política —Movimiento Ciudadano— que, al menos en Jalisco, no solo se identifica con los colores o las campañas, sino con una forma distinta de gobernar: eficiente, abierta, cercana.
Los rankings no son un trofeo ni un fin en sí mismos, pero sí son un reflejo útil de cómo percibe la ciudadanía a sus autoridades. Y en tiempos de polarización, desinformación y crisis institucional, ver a gobiernos bien evaluados debe ser una señal de que sí hay de otra, de que sí se puede gobernar bien, con resultados y con visión.
El reto ahora es no conformarse. Cada evaluación positiva representa también una exigencia de seguir mejorando. Porque cuando se tiene la confianza ciudadana, lo que sigue no es descansar, sino responder a esa confianza con más resultados. Felicidades por su ardua labor Vero y Juanjo.

Gobiernos naranjas: confianza bien ganada

Por mucho tiempo, la transparencia en el ejercicio del poder fue una aspiración ciudadana que parecía lejana. Fue la lucha de la sociedad civil organizada la que logró colocar el tema en el centro del debate público y convertirlo en un eje fundamental de los gobiernos democráticos. 
Para Movimiento Ciudadano la transparencia es una convicción, no un discurso de ocasión. La forma en que entendemos el ejercicio de gobierno es a través de la apertura, la rendición de cuentas y la participación ciudadana como principios rectores. Prueba de ello son los altos niveles de cumplimiento en materia de acceso a la información que han alcanzado municipios como Guadalajara, Tlajomulco y Zapopan, que los han llevado a colocarse varios años consecutivos en los primeros lugares de las evaluaciones en el rubro a nivel nacional . 
A diferencia de otras fuerzas políticas que hoy intentan confundir a la ciudadanía y justificar retrocesos en la materia , en Movimiento Ciudadano entendemos que no puede haber confianza con opacidad. Por eso, ante las reformas federales que decretaron la extinción de varios organismos autónomos, entre ellos los encargados del acceso a la información, obligando a los Estados a la armonización con dichas reformas, la respuesta en Jalisco es no dar ni un paso atrás . 
El gobernador Pablo Lemus haciendo propias las recomendaciones recibidas en diversos foros, ha presentado una iniciativa de ley para crear un Subsistema de Transparencia del Estado, que incluye un organismo completamente ciudadano de vigilancia de las funciones que anteriormente correspondían al Instituto de Transparencia, Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Jalisco (ITEI) y que ahora en armonización con el mandato de la reforma nacional ejecutará la propia Contraloría del Estado . 
Este nuevo modelo de transparencia busca no solo mantener los logros alcanzados, sino fortalecerlos con la participación de universidades, colegios de profesionistas, cámaras empresariales y representantes de la sociedad civil. Es decir, un organismo estructurado desde la experiencia, con atribuciones claras y legitimado por la propia ciudadanía. 
En un momento en que desde la Federación se ha debilitado la arquitectura institucional de la transparencia en México, Jalisco levanta la mano para marcar la diferencia y consolidar un modelo que sea ejemplo nacional. Mientras otros cierran las puertas a la rendición de cuentas y apuestan por la opacidad, aquí se abren a la ciudadanía por medio de un gobierno abierto, que fomenta la participación de todos . 
La transparencia no puede ser rehén de decisiones coyunturales ni de intereses políticos y en eso el gobernador Pablo Lemus ha sido enfático: su gobierno no solo está comprometido con mantenerla, sino con hacerla más efectiva y más ciudadana. Desde Movimiento Ciudadano ese es el camino que queremos y apoyamos para Jalisco , convencidos de que solo con acceso a la información, participación y rendición de cuentas, se construye una democracia sólida y confiable.
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Transparencia con enfoque ciudadano

Lo que está ocurriendo en Veracruz es grave. No sólo por lo que implica para Movimiento Ciudadano, sino por el retroceso democrático que representa para todo el país. Morena está intentando robarse la elección de manera cínica y descarada, con la complicidad de quienes deberían garantizar el orden institucional, empezando por la gobernadora.
La gente en Veracruz ha comenzado a darles la espalda. Mientras MC creció en las preferencias de la gente, Morena perdió municipios clave porque no supieron gobernar con el compromiso que merecen las y los veracruzanos. Ante el rechazo en las urnas, su respuesta ha sido la de siempre: desconocer la voluntad ciudadana y torcer las instituciones para imponerse a la mala. En lugar de asumir su derrota, han emprendido una operación de manipulación en el órgano electoral local para “corregir” el resultado con trampas y presiones.
Lo decimos sin matices: estamos frente a un fraude electoral orquestado por Morena, y como bien lo ha advertido nuestro Coordinador Nacional, Jorge Álvarez Máynez, no estamos exagerando. Hay evidencia clara del uso de programas sociales con fines electorales, amenazas, violencia y una embestida directa contra nuestras y nuestros candidatos. Y cuando eso no bastó, vino el intento de sabotear los conteos: violentando la cadena de custodia de los votos, abriendo y alterando los paquetes electorales, alterando las boletas para anular los votos válidos emitidos a favor de Movimiento Ciudadano y sus candidatos. Todo, para intentar que la voz ciudadana no cuente.
En varios municipios quedaron exhibidas todas las irregularidades que cometieron para rechazar la voluntad de la gente y asumirse como ganadores, incluso horas antes de que se conocieran los resultados. La gobernadora Rocío Nahle olvidó que su responsabilidad era asegurar la realización de una jornada electoral libre y en paz; contrario a eso, se vistió en su papel de militante de Morena para asegurar el voto por ese partido y encubrir las irregularidades que cometieron.
El peligro es real. No se trata sólo de Veracruz, ni del ataque que han emprendido contra Movimiento Ciudadano. Se trata de la democracia y del futuro de todo el país; este atropello puede intentar replicarse en otros estados y representa un riesgo latente rumbo a las elecciones de 2027 y 2030. Morena actúa como los peores de antes y, para muestra, ahí está su similitud con los Yunes, a quienes tanto criticaron y ahora imitan sin pudor.
Desde Jalisco, respaldamos totalmente a nuestra dirigencia nacional y a nuestros amigos y amigas en Veracruz que han dado la batalla por hacer respetar la voluntad de la gente. No permitiremos que el poder fáctico sea más fuerte que el voto. Hoy más que nunca, es tiempo de defender a México del autoritarismo y la impunidad, venga de donde venga.

Veracruz: fraude electoral y el autoritarismo de Morena al descubierto

El pasado fin de semana un nuevo episodio dejó evidenciado cómo un tema tan trascendental y necesario para México, como lo es la reforma al Poder Judicial, puede ser desvirtuado por la ambición de unos cuantos que buscan controlar a toda costa el aparato del Estado. Lo ocurrido no solo vulnera la esencia democrática del país, sino que profundiza la desconfianza ciudadana en las instituciones.
A nivel nacional, la participación en la consulta apenas superó el 12% del padrón; en Jalisco, fue de menos del 7%. En Jalisco, el Gobierno del Estado cumplió con la única responsabilidad que tenía el Ejecutivo: garantizar las condiciones operativas y de seguridad para quienes decidieran ejercer su derecho al voto, sin pronunciarse a favor o en contra de éste.
El régimen ha señalado lo sucedido como un éxito, reiterando así el poco interés que tienen por entender lo que la ciudadanía ha manifestado con su ausencia en las urnas. Que la gente no acudiera a votar no es sinónimo de apatía, es una señal clara de la falta de certeza, transparencia y legitimidad con la que se ha conducido este proceso, desde la aprobación de la propia reforma.
La ciudadanía no está dispuesta a ser parte de procesos que no le garantizan reglas claras, ni opciones confiables. La baja participación es un mensaje que debe llevarnos a una reflexión profunda sobre el momento que vive nuestra democracia, pero sobre todo a la acción, ante la urgente necesidad de reconstruir la confianza en nuestras instituciones.
No podemos seguir aceptando procesos opacos, con errores que por omisión o por intención se dejaron pasar, aprobados mediante acuerdos bajo la mesa, sin diálogo ni apertura. La justicia no puede surgir de una tómbola o de un sorteo. Si queremos un Poder Judicial autónomo, confiable y con legitimidad, es indispensable repensar el modelo y las vías que nos conduzcan hacia ese objetivo.
Tenemos una oportunidad real de construir una alternativa sólida de cara a 2027. Una reforma judicial hecha al Estilo Jalisco, es decir, mediante el consenso, la participación plural y con una visión de largo plazo. Las y los jaliscienses exigen y merecen una justicia profesional, imparcial y alejada de intereses políticos.
Los diálogos recientes con distintos sectores sociales, académicos, jurídicos, empresariales y ciudadanos nos han permitido identificar coincidencias que deben ser la base de esta reforma: que los perfiles judiciales sean autónomos e independientes de los partidos políticos; que existan filtros rigurosos, con énfasis en la experiencia profesional y no en los vínculos personales o políticos; que los procesos de designación se realicen con total transparencia, a través de comités integrados por personas de reconocido prestigio y solvencia ética; y que las decisiones se tomen libres de compromisos y cuotas partidistas.
La tarea es clara: demostrar que una reforma judicial responsable, legítima y pertinente es posible. Y que en Jalisco tenemos la apertura y el compromiso para encontrar puntos comunes que nos permitan construir instituciones sólidas, confiables y verdaderamente ciudadanas. La democracia se defiende también desde lo local, y este es el momento de dar un paso firme hacia la justicia que merecemos.

Hacia una reforma judicial al Estilo Jalisco

En un momento en que el ejercicio político del oficialismo a nivel federal parece cada vez más alejado de los principios que sustentan un sistema democrático, predomina el autoritarismo y el intento sistemático por ocultar las grandes problemáticas que enfrenta nuestro país, resulta fundamental regresar a las enseñanzas de un hombre que es ejemplo de compromiso y dignidad política, el Maestro Enrique Ibarra Pedroza.
Hace unos días, en su natal Tototlán, lo acompañamos en la entrega de un merecido reconocimiento como Hijo Predilecto, un detalle simbólico de la tierra que lo vio crecer como un luchador social y, donde siendo aún muy joven, hizo consciente su vocación por el servicio.
Esta condecoración forma parte de una extensa lista de distinciones que ha recibido a lo largo de más de medio siglo de trabajo imparable por Jalisco, las cuales son reflejo del honorable ser humano que es y del impacto que su quehacer político y su conducir personal causan en la vida pública del Estado.
El Maestro Ibarra es una figura de inspiración para muchos de nosotros, que alguna vez soñamos con cambiar la realidad de Jalisco y que nos aferramos a esta ilusión hasta hacerla realidad y continuamos luchando por ella. Su inteligencia, combinada con su entrega plena en cada una de las encomiendas que ha asumido, son el claro reflejo de que la política sí puede ser el medio para transformar la vida de las personas.
Como el gran conciliador que es, ha demostrado que la verdadera democracia se vive y se construye todos los días a través del debate y el intercambio de ideas, aún con aquellos con quienes no coincidimos. Si en algo podemos estar de acuerdo quienes tenemos el honor de compartir camino con él, es en la apertura y la capacidad de diálogo de un hombre que es pilar indispensable en la construcción de la vida democrática de Jalisco.
Destacado en cada una de las facetas de su vida, su vocación de servicio engloba múltiples cualidades que no se limitan a la administración pública. Su legado está presente también en las generaciones en quienes siembra el amor por la cultura, el valor de la justicia y la fortaleza de la identidad a través de sus enseñanzas como académico.
Un historiador y analista como quedan muy pocos, a través de la cátedra y de las letras ha plasmado su amplia visión para interpretar la historia viva. Su basto conocimiento del pasado de Jalisco es un referente obligado para entender en dónde estamos parados y cómo mirar hacia el futuro.
De entre todas las virtudes que podemos reconocerle al Maestro Ibarra, sin duda destaco la humildad y solidaridad con la que comparte su conocimiento con quienes están construyendo su propio camino en la política y en el servicio público, así como la capacidad inigualable para afrontar los grandes cambios que ha atravesado la vida política del país en las últimas décadas.
Siempre serán insuficientes las palabras para agradecer a quien se ha convertido no solo en un maestro dentro de la política y el gobierno, sino en un maestro de vida. La mejor forma de honrar su ejemplo es trabajando para seguir construyendo el Jalisco libre y unido que todos deseamos.

Hijo predilecto, maestro ejemplar: Enrique Ibarra

En lo que se trata de un proceso inédito en Jalisco, el domingo pasado el municipio de Bolaños, situado en la Región Norte del Estado, llevó a cabo una consulta ciudadana para decidir si su población desea continuar eligiendo a sus autoridades municipales mediante el sistema de partidos políticos o si prefiere transitar hacia un modelo basado en los usos y costumbres propios de los pueblos originarios.
Este ejercicio, organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco (IEPC), representa un hecho sin precedentes en nuestra Entidad y abre una ruta de reflexión sobre los modelos de representación política en contextos con fuerte identidad comunitaria e histórica, como es el caso de Bolaños, uno de los municipios con mayor presencia indígena en el Estado.
Hay que mencionar que la consulta surge a partir de una solicitud que fue trabajada y presentada por habitantes de la región desde hace varios años, bajo el principio de libre determinación que reconoce la Constitución a los pueblos indígenas. Este principio establece que las comunidades tienen derecho a definir la manera en que se organizan y eligen a sus autoridades, siempre dentro del marco legal vigente.
Cabe precisar que aunque los resultados finales reflejen la voluntad de explorar un modelo distinto de gobierno, para que cualquier modificación en el régimen de elección sea efectiva, será necesario que el Congreso del Estado revise y, en su caso, adapte el marco normativo.
Es importante señalar que esta consulta no significa una ruptura con la democracia, sino una expresión más de ella. Se trata de un proceso que debe analizarse con seriedad, madurez política y respeto, especialmente hacia las comunidades indígenas que lo impulsaron. El reto, hacia adelante, será garantizar que cualquier decisión que se tome fortalezca la gobernabilidad, la representación legítima y los derechos de todas las personas.
Desde la dirigencia estatal de Movimiento Ciudadano reconocemos la importancia de los procesos de participación ciudadana que fortalecen la democracia en Jalisco. Los partidos han sido, y continúan siendo, instrumentos fundamentales para la participación política, la representación plural y la construcción de instituciones. El caso de Bolaños abre una conversación necesaria sobre los mecanismos de representación, particularmente en contextos con identidad indígena.

Bolaños y la consulta inédita en Jalisco

Esta semana arrancamos con la noticia de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que impondrá aranceles del 30 por ciento a todos los productos de origen mexicano a partir del mes de agosto. La razón, según él, es porque México está fallando en frenar el trasiego de drogas y, además, el déficit comercial con nuestro país representa una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. 
La noticia es mala, pero no es nueva. Ya hemos estado aquí antes. Y en medio de la incertidumbre, Jalisco ofrece un ejemplo de cómo la diversificación económica, la apuesta por la innovación y el fortalecimiento de industrias con valor agregado permiten hacer frente a escenarios globales adversos.
Jalisco no es ajeno al comercio exterior. De hecho, exporta más de 30 mil millones de dólares al año, buena parte de ello a Estados Unidos. Es el segundo lugar nacional de entidades no fronterizas en materia de exportación. Pero a diferencia de regiones cuya economía depende de un solo sector, nuestro Estado ha construido un ecosistema productivo basado en la innovación, la economía creativa y el desarrollo tecnológico.
En primer lugar, Jalisco es líder nacional en industrias creativas. El cine, el diseño, la animación, la música y la tecnología tienen aquí un ecosistema articulado que no solo genera empleos bien remunerados, sino que también exporta valor simbólico y talento. La FIL, el FICG, los clústeres de animación y los estudios de software colocan a Guadalajara como una capital creativa de América Latina.
Segundo, la diversificación ha sido una estrategia y no una casualidad. En Jalisco conviven desde grandes agroexportadoras hasta startups biotecnológicas, pasando por manufactura avanzada, electrónica, logística y servicios financieros. Esta mezcla no solo amortigua los golpes externos, sino que favorece la cooperación entre sectores y el desarrollo de soluciones locales a problemas globales.
Tercero, y no menos importante, es el papel que empieza a jugar Jalisco como epicentro de la industria de semiconductores en México, al concentrar el 70 por ciento de las empresas del sector. Aunado a ello, la llegada de inversiones, el nearshoring y la formación de talento especializado, han puesto al Estado en el radar de los grandes jugadores tecnológicos del mundo. Mientras Trump cierra fronteras, Jalisco abre laboratorios, forma ingenieros y diseña chips.
En este contexto, la resiliencia de Jalisco no es un accidente, es una política. Es el resultado de los buenos Gobiernos Naranjas que le han apostado a la innovación y a la creación de políticas públicas enfocadas, de empresas que diversificaron mercados y de una sociedad civil que entiende que la economía también es cultura, comunidad y conocimiento. Como bien lo dice el gobernador Pablo Lemus, hoy nuestro Estado es el oasis de desarrollo económico y social de México. 
Las amenazas de Trump pueden sacudirnos, pero no derribarnos. Al menos, no si seguimos construyendo futuro desde la inteligencia colectiva y la creatividad que distingue a esta tierra.

Jalisco, territorio resiliente ante las amenazas de Trump