El temporal de lluvias ha desnudado nuevamente la fragilidad de varias zonas del Área Conurbada de Guadalajara, incluidos todos sus municipios. La potencia de la naturaleza no distingue barrios populares de zonas pudientes, y el agua arrastra vehículos de lujo lo mismo que coches de modelo antiguo. La más reciente tormenta del 15 de julio dejó estragos y escenas de destrucción otra vez en Zapopan; los esfuerzos para apoyar a los damnificados y recuperar la normalidad, tomarán semanas o meses, mientras sigue el temporal de lluvias que puede repetir la desgracia.
Y si recuperar las pérdidas materiales requiere de enormes esfuerzos, la muerte de algunas personas representa daños irreparables: en esta última tormenta murió una bebé de dos meses y una jovencita seguía perdida, arrastrada por la corriente, hasta el cierre de la jornada.
¿Pero no hay nada que se pueda hacer? ¿Estamos a merced de las lluvias cada año? La verdad es que no. Se podría prevenir, y mucho.
Después de lo ocurrido, parece inútil hacer el recuento de los daños, pero el ejercicio tiene más alcances que una simple organización para apoyar a los afectados. La cuestión es, ¿volverá a pasar lo mismo durante el temporal de lluvias del año 2026 y los que siguen? ¿Es una condena inevitable?
Especialistas que también se hacen escuchar cada año por las mismas circunstancias, advierten una serie de equivocaciones que no se han corregido. Aquí algunas de las más repetidas:
– Reiteradamente, se edifican viviendas y zonas comerciales en cauces de arroyos. Eso no es sólo una apuesta perdida, sino una violación flagrante a las leyes vigentes.
– A pesar de los registros establecidos en los atlas de riesgos, no se resuelven los problemas con obras de magnitud suficiente que, a pesar del costo económico, deben afrontarse para que las desgracias no se repitan.
– Los fenómenos extremos en el cambio del clima, nos permiten en este momento tener la seguridad de que el calor extremo y las tormentas inusitadamente potentes, son fenómenos regulares, no extraordinarios.
Con estos simples postulados, ¿por qué se permiten desarrollos, viviendas, espacios de comercio en zonas de riesgo?
¿Quién debe evitarlo y sancionarlo: el gobierno federal, el Estado, los gobiernos de los municipios?
¿No tienen ninguna responsabilidad los desarrolladores, o las autoridades que les permiten construir? ¿Existe la información suficiente y cercana que le advierta a los compradores de buena fe el riesgo al que se exponen?
Si los fenómenos naturales se van a repetir irremediablemente, si las grandes obras que permitan contener la fuerza del agua aún no se construyen, lo que sí debería hacerse con oportunidad, es indicar con toda claridad los lugares donde no se pueden establecer las personas, ni para vivir ni para realizar actividades. Esto está al alcance de la autoridad local.
Es el siguiente paso y es urgente.