La desinformación no es una falla del sistema, es parte del mismo.
Ante instituciones que se comprometen a buscar la verdad y comprometerse con ella, la frase inicial resulta sumamente dura, pues la verdad es una sola y no tiene derivaciones.
Los claroscuros no informan, solo confunden y polarizan. La difusión deliberada de información falsa tiene el fin de manipular percepciones y nos encamina por el sendero de la mentira y la dispersión.
Vivimos en el año 25 del siglo XXI. bajo procesos de desinformación y de malinformación, conceptos diferentes, pues mientras que la primera contiene falsedades deliberadas, vaya, tiene una intención insana por manipular, la segunda, tiene información verdadera que es utilizada fuera de contexto. Se apoya en filtraciones con intención negativa.
El panorama al que nos enfrentamos parece desolador, sin embargo, las universidades, los organismos internacionales y la sociedad informada, constituimos un frente proactivo que busca dar la batalla para armonizar a las sociedades comunicando desde dentro, no desde arriba y para ello formamos comunicadores cercanos, que manejen un lenguaje coloquial y un propósito serio para reconectar a la sociedad en valores humanos, no como un deber sino como una forma de vida compartida.
Dado lo anterior, el premio otorgado este fin de semana a la periodista argentina Laura Zommer, reconocida en el festival GABO 2025, es una bocanada de aire fresco para el periodismo realizado con rigor, ética y verticalidad por sobre la posverdad y los algoritmos.
Zommer ha construido paredones de verificación en un terreno donde los hechos ya no compiten con otros, sino con las creencias y las emociones. Entonces surge la pregunta de Laura: ¿Cómo llegar a una audiencia que ya no busca la verdad, sino el alivio emocional de sus certezas?
Para responder a lo anterior, analicemos lo que los comunicadores llamamos “zona de confort cognitiva”, la cual rechaza hechos incómodos y abraza narrativas que refuercen sus creencias, incluso si son falsas o insuficientes. Aquí cito, a manera de ejemplo, una anécdota que tengo con un buen amigo con el cual debatía el panorama económico internacional y que al final remataba: “Es por eso que ya no escucho noticias en mi vehículo como tú lo haces. Yo sintonizo una buena estación musical y que el mundo ruede”…
Al final de este análisis, nos quedamos con la idea de que es posible realizar un periodismo moderno, adaptado al nuevo paradigma de la inteligencia artificial, pero sin negociar los principios de la ética y la defensa de la verdad. Respetemos las diferentes formas de pensar, pero conduzcámonos como una sociedad libre que defiende el estado de derecho y las instituciones democráticas.
Seguimos en conexión.