Llegó como la gran figura del futbol mexicano llenando de manera histórica un estadio para darle la bienvenida, y después de los meses se esconde y se va por la puerta de atrás… “INTERSESANTE”.
Cuando tu ego, tu soberbia y tus malas influencias se apoderan de ti, terminas dando lástima y se olvidan tus grandes hazañas, tus grandes triunfos, tus sacrificios y esfuerzos por llegar a ser el mejor, sí, el mejor… Javier Hernández, te olvidaste de ti mismo, de tus inicios, de dónde vienes, de quién te forjó, de quién te ayudó, de tus metas, de tus sueños. Olvidaste que ahora habías regresado para reencontrarte con todo eso, reencontrarte contigo mismo, recuperar tu sencillez que contagiaba, tu alegría que transportaba, tu coraje que entusiasmaba… pero no, en cambio regresaste lleno de soberbia, de ira, de resentimiento, rayando incluso en la divinidad. Sí, te creíste dios, el que todo lo sabe y el que todo lo puede; dejaste de correr para patear balones, para hablar y dar clases casi dogmáticas; te dijeron que tus goles tenían la capacidad de enseñar de la vida y autoridad para dar clases de moral y lleno de esa soberbia que raya en el narcisismo, lo asumiste, y sí mi querido “Chicharo”, te equivocaste.
Hoy fallaste el peor de tus goles, y mira que en el terreno de juego te pasó una y mil veces, pero te equivocaste porque en la vida, a diferencia del terreno del juego, cada falla tiene graves consecuencias. No es solamente perder un partido y no pasa nada porque ya vendrá el siguiente. Hoy no tienes cómo darle vuelta a tus palabras por más que te disculpes, porque hay que pensar lo que se dice y asumir la responsabilidad de lo que se comunica, porque no es tan fácil decir “me equivoqué”, porque las palabras al viento llevan consigo una manera de ser, una manera de pensar, una manera de creer, una manera de vivir, una manera de ofender.
Hoy más que nunca, todos tenemos que ser iguales mi “Chícharo”, todos debemos tener las mismas posibilidades, los mismos derechos, los mismos anhelos; hoy todos juntos, debemos caminar para que esto suceda, pero tristemente personas como tú que trascienden, que son escuchadas, que tienen peso, nos dan la espalda con la desigualdad, la soberbia, de esa incluso que se protege hasta con un cuerpo de seguridad para que no te la arranquen, para que no te la quiten.
Te deseo lo mejor para lo que venga, porque si no te has dado cuenta, el futbol ya te dejó y desde hace rato. Siempre hay caminos y tiempos para enmendar, recuperar, reiniciar. Pero ¿sabes?, hay que ser humilde, no hay que perder la memoria, porque ¿sabes?, seguirás siendo mi ídolo, pero Javier el futbolista, el “Chicharito”, ese que platicaba con nosotros en una mesa junto a su abuelo, el niño, la persona, no el dios que te creíste o te hicieron creer que eras… Aaaaahhhhh, y por favor, no te vuelvas a hacer el interesante.