En Jalisco, una mujer violentada puede pedir ayuda por WhatsApp. Al menos eso promete el nuevo Chatbot Violeta, una herramienta que —según el gobierno estatal— permite orientar y acompañar a víctimas de violencia de género desde el celular. Pero cuando la violencia ocurre en tiempo real, cada segundo cuenta. Y ahí es donde surgen las dudas.
Al enviar un mensaje al número 3314151002, el sistema despliega un menú con cinco opciones: “Estoy en riesgo”, “Quiero denunciar”, “Servicios de los Centros de Justicia para las Mujeres”, “Quiero conocer las sedes” e “Información de la red”. Es una estructura útil para orientación general. Pero si alguien está en peligro inminente, ¿realmente puede esperar a que el sistema procese esas rutas y genere un folio antes de recibir auxilio?
La duda es legítima y necesaria. La herramienta no es un botón de pánico ni una línea de atención de emergencias. Es una guía interactiva que, en el mejor de los casos, puede derivar en apoyo posterior. Pero si se promueve como un canal de respuesta inmediata, se corre el riesgo de generar una peligrosa falsa seguridad.
Que la tecnología esté al servicio de las mujeres es indispensable. Pero eso no sustituye lo esencial: policías capacitados, personal especializado, refugios seguros, procesos judiciales que no revictimicen. La violencia machista no se resuelve con emojis ni menús de opciones.