Dice la máxima popular que “segundas partes nunca son buenas”. Se me ocurren montones de ejemplos que desmienten el dicho: “Terminator 2”, “X-Men 2”, “Spider-Man 2”, “Hellboy II”, “Paddington 2”, “Top Gun: Maverick”, “Batman: El caballero de la noche”, “Antes del atardecer”, “Star Wars: El imperio contraataca”, entre tantas otras. En efecto, hay muchas excepciones a la regla. “Otro viernes de locos” —secuela del clásico de culto de 2003— tiene todo para formar parte de la lista de las secuelas bien logradas.
Lindsay Lohan —quien en más de tres lustros no había tenido ni un solo estreno estelar en salas de cine— recupera su brío protagónico y Jamie Lee Curtis nos confirma —una vez más— que es una de las figuras incontestables de la pantalla grande. Pero, sobre todo, no han perdido la chispa que hizo de “Viernes de locos” un fenómeno comercial y una película de culto. La química está intacta. Son un dúo dinámico exquisito.
Lohan y Curtis encarnan nuevamente a Anna y Tess, hija y madre, respectivamente. Ambas se encuentran en un momento muy distinto de sus vidas y, aunque su dinámica haya evolucionado, siguen transitando por las confrontaciones naturales que se dan entre madres e hijas. Además, la familia ha crecido: Anna es madre de Harper, está saliendo con Eric (quien también tiene una hija) y ambos tienen planes de boda. Como dicta el canon del cine de “body swap”, los personajes tienen conflictos que resolver, así que la vida les enseñará una nueva lección cuando cambien de cuerpos: las adultas serán ahora adolescentes… y viceversa.
Sobra decir que “Otro viernes de locos” es una película de entretenimiento, una comedia ligera sin mayores pretensiones, incluso estereotípica. Aun así —y con una mirada muy pop, accesible—, la pieza dirigida por Nisha Ganatra se las ingenia para darnos algo en qué pensar: nos presenta a cuatro mujeres consumidas por sus propias preocupaciones, quienes deberán aprender a mirar, reconocer y respetar las necesidades de quienes les rodean. Este filme familiar habla sobre los lazos (sanguíneos o no) que se forjan en la convivencia cotidiana, así como las muchas formas de amor incondicional, incluyendo el que hay entre madre e hija y el que hay entre hermanas.
El relato entrega una comedia tan atrapante y encantadora que uno puede pasar por alto cualquier fisura en el guion: el espectáculo consiste en gozar de Lohan y Curtis jugando como las campeonas que son.
Pues sí, esta secuela es una muy agradable sorpresa. No sé si está por comenzar una nueva era de “Lohanmanía” (los fans de Lindsay dirán que sí). Pero lo que sí podemos constatar en “Otro viernes de locos” es que el “star power” de la pelirroja sigue intacto, que su presencia en pantalla es eléctrica. Así que si buscas una comedia disfrutable y liviana, “Otro viernes de locos” es una buena apuesta.