De acuerdo con el INEGI, la inflación en julio fue del 3.51% anual, lo cual es una buena noticia, ya que fue menor al del mes pasado que fue del 4.42%. A este fenómeno le llamamos desinflación, que sin embargo no significa que los precios disminuyen, sino que suben a una menor velocidad; así hemos pasado de un incremento del 8.7% en septiembre de 2022 a un 3.51% en julio de 2025.
Cuando los precios realmente bajan le llamamos deflación, y la tasa necesariamente es negativa.
La inflación no siempre se refleja en un incremento en precios, pero es siempre y en todo lugar, una pérdida del poder adquisitivo del dinero.
En épocas de recesión, crisis o estancamiento económico, los productores no siempre pueden trasladar el incremento en sus costos al precio de venta, por lo que buscan formas alternativas de bajar sus costos, como reducir el contenido de los productos o reducir la calidad de estos, y aunque no se presenta un incremento en precios, significa una reducción del poder adquisitivo.
Así, tenemos por ejemplo la denominada inflación por reducción (“shrink inflation”) que consiste en reducir la cantidad de producto envasada, como por ejemplo: una lata de atún con menos atún y más agua, o una bolsa de papas con más aire y menos papas, una caja de cereal con menos cereal y más aire etc., lo que se traduce en una pérdida de poder adquisitivo del dinero, pero no se refleja en un incremento en el precio.
También está la inflación por rebaja (“skimpflation”) que consiste en reducir la calidad de los insumos en la producción, por ejemplo cuando se reduce el espacio entre los asientos en un avión, se quitan las comidas gratuitas y cobran por equipaje extra (ni suben el precio del boleto, ni lo disminuyen); o en un restaurante la porción es más pequeña, o la ropa tiene la tela más delgada, de menor calidad y dura menos, al igual que los tenis o el calzado, o en los hoteles ya no hay “amenities” o artículos de tocador.
Finalmente, está la inflación por codicia (“greedflation”) que se presenta cuando los precios se incrementan, no por un incremento en costos, sino por lograr una mayor utilidad, en un momento en que los precios están subiendo y aprovechan la oportunidad.
Estos fenómenos inflacionarios se presentan a nivel mundial, y de acuerdo con la empresa IPSOS, en 30 países la preocupación sobre la inflación comparte el primer lugar con la referida a la delincuencia y la violencia, con un 33% de las respuestas cada una; en tercer lugar está el incremento en la desigualdad y la pobreza, y aquí hay que recordar que la inflación afecta profundamente a estos fenómenos porque en primer lugar la inflación afecta más a quien menos tiene, al reducir su poder adquisitivo en mayor proporción, sobre todo si los productos que más suben de precio son los referidos a la canasta básica, y porque la pérdida del poder adquisitivo del dinero siempre genera una aumento de la pobreza.