Este fin de semana, miles de personas salieron a las calles en distintas ciudades de México en señal de protesta por la falta de medicamentos oncológicos para sus hijos, padres o hermanos. Marchaban con la esperanza de ser escuchados por un gobierno que les ha fallado.
Ver a familias enteras suplicar por lo que debería ser un derecho básico es un reflejo brutal de la indolencia del Gobierno Federal. Tener a miles sufriendo por la falta de un medicamento que puede salvar vidas es, con todas sus letras, inhumano, y aún más cuando observamos que ese mismo gobierno que niega los recursos para la compra de medicinas, los despilfarra para salvar a Pemex, en la refinería Dos Bocas (costo inicial 8 mil millones de dólares, va por 21 mil millones) o en la elección del Poder Judicial (7 mil millones de pesos) que no va a traer ningún beneficio para México y toda la corrupción que hay atrás de esto.
Durante los gobiernos de Morena, el desabasto se ha vuelto un cáncer institucional. Según cálculos realizados por organizaciones sociales, en siete años han muerto 4 mil niños por causas relacionadas a la interrupción de tratamientos. Quienes alzaron la voz para denunciarlo –organizaciones, pacientes y familiares– no sólo tuvieron que enfrentar la incertidumbre de no saber si el próximo ciclo de quimioterapia llegaría a tiempo, sino también la estigmatización: fueron acusados de ser “agitadores”, como si pedir medicinas fuera un acto de desestabilización política y no una lucha por sobrevivir.
En Jalisco, en lo que va del año el Gobierno Federal sólo ha surtido el 15% de medicamentos contra el cáncer que debe entregar al Estado. Ante esta situación, el Gobierno de Jalisco ha tomado la iniciativa de realizar las compras correspondientes para entregar los fármacos a las niñas, niños y adolescentes que acuden a los Hospitales Civiles de Guadalajara y adultos que son atendidos en el Instituto de Cancerología y en el Hospital General de Occidente “Zoquipan”, así como a asociaciones civiles para su distribución.
Esta lamentable situación nos afirma que el tiempo le dio la razón a Jalisco al no adherirse al fallido experimento del INSABI, ni a la centralización improvisada del sistema de salud federal. Mientras en otras entidades las farmacias oncológicas se vaciaban y los pacientes vieron sus tratamientos interrumpidos, aquí se construyeron mecanismos propios para asegurar el abasto y garantizar la atención. No es un logro menor, es la diferencia entre un modelo que salva vidas y uno que las condena.
Los gobiernos de Movimiento Ciudadano entendimos que no se negocia con la salud. Aquí se están haciendo todos los esfuerzos para garantizar la cobertura universal a niñas y niños con cáncer, se ha invertido en infraestructura, equipamiento y se ha procurado que ningún menor se quede sin tratamiento por falta de medicamentos. Lo hemos hecho trabajando de la mano con especialistas, hospitales, asociaciones civiles y familias, demostrando que sí es posible priorizar la salud cuando hay voluntad y compromiso.
Las manifestaciones de este fin de semana son un recordatorio doloroso de que la tragedia sigue viva y de que cada día sin una solución real por parte del Gobierno Federal, se traduce en un día más de tratamientos interrumpidos, lo que afecta la probabilidad de recuperación de las personas y familias que pueden perder a sus seres queridos.
Hoy más que nunca, exigimos que los gobiernos de Morena asuman su responsabilidad. Que dejen de señalar y desacreditar a quienes demandan justicia, y que respondan con hechos a las familias mexicanas. Porque la salud no es un privilegio ni una dádiva, es un derecho que se garantiza todos los días.