Quienes comprendemos el significado de la frase coloquial “ya me chamaquearon”, sabemos que significa que a alguien lo engañaron o le vieron la cara. La expresión viene de “chamaco” que informalmente significa niño o joven, e infiere que si a alguien le tomaron el pelo fue porque actuó con la ingenuidad asociada a la juventud.
Inicié mi carrera profesional en el Gobierno de Zapopan hace 11 años, recién cumplidos mis 23. La misma edad que hoy tiene Ana Karen Sotero Salazar, quien recientemente obtuvo el Premio de la Juventud de la Ciudad de México 2025 y cuyo nombre se volvió mediático a nivel nacional, debido a su enérgico llamado de atención —más bien regaño— a las y los diputados de la Cámara, quienes, en su mayoría, se mostraban distraídos durante su discurso.
Tras escuchar el discurso de Ana Karen, recordé mis años de juventud, y admiré la valentía de esa joven de alzar la voz de manera directa frente a todas esas personas que el día de hoy ejercen gran parte del poder político en su ciudad.
Cuando se es joven, el entorno juega un rol determinante. Muchas veces esa indiferencia, como la presentada por las y los diputados, empuja a sentirse primerizo, inexperto y, por ende, sin peso en lo que se pueda aportar a la conversación.
En lo personal, puedo contar innumerables ocasiones en las que en algún punto me sentí “joveneada” por alguien más.
“Jovenear” es un neologismo que hace referencia a desestimar, ignorar, o no tomar en serio a una persona por su juventud. Es una acción ligada a lo que se conoce como “adultocentrismo”, que como su nombre indica, pone a los adultos al centro, y desvaloriza la voz de las infancias y las juventudes por su edad.
Por dinámicas sociales como esas, durante mucho tiempo tuve que reconfigurar mi forma de pensar para no encontrar mi juventud como una desventaja profesional. Y es que nunca debería serlo. Por eso encuentro tan pertinente el llamado de atención de Ana Karen: porque ese congreso omiso es una metáfora de la realidad. Seguimos sosteniendo dinámicas que impiden que las juventudes sean tomadas en serio.
Ana Karen abordó tres temas cruciales para las y los jóvenes: el combate al crimen organizado y la crisis de jóvenes cooptados por el narcotráfico; la seguridad laboral; y el acceso a la salud y a la educación. Un mensaje honesto, con un llamado claro a tomar medidas urgentes. Y nos deja dos preguntas fundamentales: ¿qué estamos haciendo como gobiernos para escuchar a las juventudes y atender sus demandas con acciones concretas?, y ¿qué estamos haciendo como sociedad para tomarnos en serio a las juventudes?
La solución es estructural y debe atenderse desde todas las canchas: políticas, sociales, económicas y, por supuesto, desde los distintos niveles de gobierno. Pero sobre todo, es indispensable romper el paradigma de ver a las juventudes como personas ingenuas o con falta de capacidad.A mis 32 años me convertí en presidenta municipal interina de uno de los municipios más importantes del país: Zapopan. Recuerdo que al asumir el cargo le pregunté al presidente Frangie si no temía que mi juventud fuera cuestionada. Su respuesta fue clara: “¿Por qué lo harían, si tienes la capacidad, el conocimiento y estás preparada para ello?”.
Afortunadamente existen líderes como él, que toman en serio a las y los jóvenes y que además abren puertas para nuevas generaciones.
Hoy necesitamos que todas y todos hagamos lo mismo. Que no sea necesario un llamado enérgico desde una tribuna para exigir lo básico: respeto.