Al empezar la semana tenemos como saldo violento, dos multihomicidios que afectaron a familias y asombraron a los habitantes de la ciudad. Según los reportes de la Fiscalía del Estado, uno ocurrió en el municipio vecino de la ciudad, El Arenal, donde un comando armado llegó a una casa y acribilló a los integrantes de la familia, dejando una marca de víctimas fatales.
El otro sorprendió a los vecinos de San Andrés, e incluso de la Colonia Medrano, en Guadalajara, cuando en una camioneta encontraron los cuerpos de dos adultos y dos menores de edad, también aparentemente integrantes de una misma familia.
La atrocidad de quienes proceden con tantas saña, no deja de ser sorpresa para los habitantes de la ciudad aunque se insista en que hemos “normalizado” la violencia. Si bien es conocido que quienes forman parte del ámbito criminal asesinan sin piedad a quienes se oponen a sus objetivos, también se está convirtiendo en un nuevo modo de operar, acabar con las familias completas, incluidos los niños. Ya habíamos tenido un antecedente cuando nos encontramos con una familia completa abandonada en la carretera de San Cristóbal de la Barranca; habían sido acribillados por policías.
La cuestión para las autoridades es apremiante y se expresa entre dos signos de interrogación: ¿Cómo detener los multihomicidios?
El gobernador del Estado, Pablo Lemus, había expresado ante la violencia de un feminicidio ocurrido en Balcones de Oblatos, que hechos como éste acaban con todos los esfuerzos de las corporaciones de seguridad y generan una clara percepción de inseguridad entre la ciudadanía, ¿qué sería peor: un feminicidio violento o la muerte de todos los integrantes de una familia, incluidos los niños?
Las estrategias de colaboración entre corporaciones municipales, el Estado, la Guardia Nacional y la Secretaría de la Defensa Nacional, se quedan muy cortas ante esta realidad. Sin embargo, no es posible que las autoridades lleguen a decir que no hay nada que hacer.
Obliga revisar estrategias, aumentar labores de inteligencia, detallar las acciones de seguridad y darle seguimiento a los conflictos en los que se mezclan los intereses de las organizaciones delictivas que puedan ser identificados por la autoridad.
El Estado de Jalisco, sus habitantes y sus autoridades, no se pueden quedar pasmados ante hechos tan violentos y desgarradores, como la eliminación sistemática de familias en aras de los intereses del crimen organizado.