Es una pena ver a nuestro futbol mexicano cada día más entregado, regalado, rebasado por los intereses de toda índole y olvidado, cada vez más, por nosotros mismos.
Apenas nos acabamos de exhibir en la inventada Leagues Cup, en la que nos regalamos por unos centavos y nos importa poco que los equipos de la MLS nos humillen. Nadie dice nada. Ni jugadores, ni técnicos, ni mucho menos directivos, ponen un hasta aquí a este torneo, inclinado totalmente por donde se le vea, a favorecer a los conjuntos norteamericanos; deportivamente hablando, no nos deja nada. Ellos ganan al tener roce futbolístico con nuestros equipos y nuestros directivos felices por ganarse unos billetes verdes, nos venden como nuestros antepasados vendieron nuestro territorio mexicano.
Por si fuera poco, cualquier empresario extranjero es bienvenido al futbol mexicano sin importar sus antecedentes. Vienen y toman nuestro Liga como juguete con el que se divierten un rato y después se van, sin importar aficiones, pasiones y colores, pues también según sus intereses, los cambian, modifican y usan a su antojo. Y nuestros directivos, felices de que pisoteen nuestra Liga, nuestro futbol, nuestras aficiones. Son tan hipócritas los dueños del balón, que son capaces de suspender el descenso y el ascenso aquí, pero sí se regodean de esta realidad en otros países donde invierten sus capitales, y más increíble aún, que cuando hablan de fortalecer y confiar en el futbolista mexicano, no son capaces de tener a uno solo en sus plantillas.
Nuestra Liga se atraganta cada día de más extranjeros y no solo en la cancha, sino en cualquier rincón de la industria. Hoy, jugadores, técnicos, auxiliares, preparadores físicos, kinesiólogos, masajistas, utileros, ingenieros de cancha, fuerzas básicas, periodistas, comentaristas y todo aquel rol que tenga que ver con nuestro futbol, está copado por acentos europeos, sudamericanos, centroamericanos y de cualquier lugar de esta torre de babel, que solo se comprende por el gran negocio que representa vivir no para el futbol mexicano, sí del balompié nacional.
Hoy, nuestro futbol está a merced de los vidritos que nos siguen conquistando por el oro de la pasión de este deporte en nuestro país; hoy más que nunca seguimos siendo tierra de conquista en donde nuestro orgullo e identidad están a la venta, donde nuestros emblemas nacionales están cada día más olvidados, abandonados.
Hoy, tristemente, somos solo objeto de deseo para saquearnos, usarnos, tirarnos y aunque parezca increíble, lo estamos haciendo entre nosotros mismos, quienes por el beneficio propio olvidan que también son mexicanos.