¿Cuándo sucedió? ¿En qué momento ocurrió? ¿Cuándo dejamos de creer en nuestro futbol, de apasionarnos, de llenar los estadios, de ponernos las playeras y pasear por la ciudad vistiendo orgullosos los colores de nuestro equipo favorito? ¿Cuándo dejamos de llevar a nuestros niños, a nuestras niñas, a nuestras familias a los partidos y pasar esos momentos inolvidables? ¿Quién nos quitó a nuestros ídolos a nuestros referentes? ¿Por qué ya no podemos ir a los campos de entramiento y acercarnos a los jugadores para tomarnos una foto y pedirles un autógrafo? Lejos están esos tiempos de esperarlos en sus hoteles de concentración para tocarlos, para conocerlos, para sentirnos parte de ellos…
Qué triste, qué lástima. Da rabia darnos cuenta que hoy nuestros pequeños ya no se interesan más por las Chivas o por el América o los Pumas o el Atlas o cualquier equipo de nuestra ciudad. Hoy nuestros niños nos piden la playera de Messi, de Barza o del Madrid, o del City o quizá del PSG. Hoy nuestro balompié está ausente de sus mentes, de sus vidas.
Gracias dueños, directivos, técnicos y jugadores, porque han dejado de estar cerca de sus aficiones, porque hoy ya no se les puede ver ni en sus entrenamientos, ni es sus hoteles, es más, ni a sus llegadas a los estadios, a esos partidos que como locales ya no saben ni qué día, ni a qué hora jugarán cada semana.
Lejos están los tiempos de los autógrafos y las fotografías, esas que hace unas décadas eran el deleite de los millones de aficionados que pernoctaban noches por un boleto para ver a su equipo. En el olvido están aquellos mediodías en la Cancha Tolán, repleta de aficionados embarrados en la alambrada para ver a sus leyendas vivientes; mañanas interminables en los clubes rojinegros donde la fiel se regocijaba viendo a su amado Atlas… Mmmm, hasta parece cuento de hadas. Pero no para ahí: más distantes están los torneos largos, los 20 equipos divididos en grupos, el descenso y el ascenso, los sólo cinco extranjeros en cada equipo, los puros mexicanos en Chivas, los directivos futboleros y no empresarios, el torneo de reservas, los jóvenes valores de la academia. Hoy, el pretexto de la modernización y la tecnología borraron la memoria de los años gloriosos de nuestro amado y bendito futbol mexicano.