Esta semana, a partir del 1 de septiembre, nos hemos enfrentado día con día al colapso vial que se padece en Avenida López Mateos. El tema es desesperante. Los automovilistas se quejan porque un trayecto que normalmente toma 20 minutos, se está recorriendo ahora en dos horas. Las historias se multiplican igual que la molestia de todos: los que conducen su auto, los que son choferes de transporte público y transporte de carga, igual que quienes son usuarios del sistema de transporte masivo. ¿Tiene solución el colapso vial en Avenida López Mateos?
Existen varios factores a considerar, porque no se trata de un tema fundado en la percepción, sino que abundan las cifras estadísticas y los estudios especializados.
Lo primero a considerar –y asimilar– es que no se trata un “nuevo problema”. No acaba de suceder porque el 1 de septiembre hayan regresado a clases en el sistema público de educación más de 1.6 millones de estudiantes. El caos vial en esta vialidad es el resultado de un proceso que se ha desatendido por años. También es importante reconocer que el Área Metropolitana de Guadalajara y sus nueve municipios conurbados no se agota en una sola avenida, sino que los conflictos viales se extienden por toda la red de grandes avenidas: Revolución, Lázaro Cárdenas, Juan Gil Preciado, Juan Pablo II, Ávila Camacho, Unión-Américas, Javier Mina-Juárez-Vallarta, Mariano Otero, Periférico en toda su extensión y muchas más.
Sin embargo, el caso López Mateos recibe especial atención porque además de cruzar los tres municipios más poblados de la urbe (Tlajomulco, Zapopan y Guadalajara), se ha convertido en el acceso principal del Sur de la ciudad. Es todo un caso de estudio.
En el sexenio pasado, en un lapso de más de un año, el gobierno estatal realizó una consulta para tomar en cuenta la opinión de miles de ciudadanos que propusieron y aprobaron soluciones posibles. Lo más solicitado fue transporte masivo y orden en el tránsito.
Ahora, ya en la administración del gobernador Pablo Lemus, el conflicto en López Mateos no sólo no redujo. Parece haber aumentado en los últimos meses y toma visos de tragedia cada vez que hay fuertes lluvias e inundaciones. El mandatario anuncia una serie de cinco mesas de análisis que revisen a fondo diferentes problemáticas que abarcan cantidad de automotores, usos de la vialidad, horarios, transporte de carga y de pasajeros, etcétera.
El asunto va para largo. Y sumando los conocimientos de los especialistas dedicados a temas urbanos y de movilidad, junto con los de autoridades que todos los días trabajan en evitar que el colapso vial sea mayor, más los de habitantes de todo el corredor, se puede concluir, entre otras cosas, lo siguiente:
– Es indispensable aumentar el transporte masivo. Debe acelerarse la conclusión y operación de la Línea 4. No es posible que se tenga que esperar hasta mediados del año 2026.
– Cuando termine el temporal de lluvias, lo que aún tomará algunas semanas, las emergencias disminuirán, pero también deben urgirse a la conclusión de obras que impactan tremendamente en la movilidad: Glorieta de La Minerva, Camino Real a Colima, Avenida Adolfo Horn, Avenida La Tijera. Además, deben intervenirse también más vialidades que pueden contribuir como rutas alternas. No hay razón para esperar, así se trate de temas presupuestales.
– El famoso “segundo piso” debe analizarse detenidamente. Puede resultar más dañino que benéfico: ¿cuánto tiempo tomaría su construcción? ¿Cuántos bloqueos provocarían sus obras? ¿Cuáles son los beneficios que ofrece?
– Ordenamiento urbano. ¿Seguirán construyendo más zonas habitacionales en el corredor López Mateos? Aunque sea un buen negocio para los desarrolladores, ¿no es pertinente revisar el costo en calidad de vida para los habitantes ya establecidos?
Sólo para comenzar.