El primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum llegó con un tono de celebración. Habló de estabilidad económica, reducción en homicidios y una consolidación del bienestar. Sin embargo, corresponde contrastar el discurso con la realidad que enfrentamos todos los días, ya que resulta necesario revisar los datos mostrados y lo que se vive en las calles.
Por ejemplo: en materia de empleo, el gobierno presume una tasa de desempleo históricamente baja, de apenas 2.6%. Cierto, las cifras oficiales confirman este dato. Pero lo que se omite decir es que más de la mitad de los trabajadores en México siguen en la informalidad, sin seguridad social ni prestaciones, y que uno de cada cuatro está subempleado. En otras palabras, hay trabajo, pero no necesariamente digno ni suficiente para garantizar calidad de vida.
En la economía, se destacó que la inflación está bajo control y ronda el 3.5%. Es un logro indiscutible después de años de presiones inflacionarias. No obstante, el crecimiento económico apenas supera el 1%, muy lejos de lo necesario para generar desarrollo real. Además, aunque la pobreza laboral ha disminuido levemente, un tercio de la población sigue sin poder comprar la canasta básica con el ingreso de su trabajo.
En cuanto a la seguridad, fue presentada como uno de los grandes avances, los homicidios bajaron alrededor de 25%. Es cierto que los números muestran una reducción, pero la realidad es que todavía se registran más de 65 asesinatos diarios en el país, cifra que resulta insostenible para hablar de “paz”. A esto se suman problemas que no aparecen en el discurso oficial, como la extorsión, las desapariciones y reclutamiento forzado, así como la violencia cotidiana que vive la ciudadanía.
En materia de educación y salud, el silencio fue más elocuente que las palabras. No hubo cifras contundentes sobre la cobertura educativa ni sobre la reducción del rezago escolar, que afecta a millones de mexicanos. En el sector salud, persiste una crisis que no puede maquillarse: más de 40 millones de personas carecen de acceso efectivo a servicios médicos. Las denuncias de faltas de medicamentos y la saturación de hospitales siguen siendo una realidad que golpea a las familias todos los días.
El informe presentó una fotografía cuidadosamente retocada: los logros si existen, pero están incompletos o con varios pendientes, y detrás de cada cifra hay una realidad más compleja. La baja inflación y el control del desempleo son avances que se reconocen, pero no pueden ocultar la precariedad laboral, el bajo crecimiento, la violencia persistente y los vacíos en educación y salud.