En los discursos oficiales, publicaciones en redes, videos a modo de selfies y cualquier afiche propagandístico, la palabra “coordinación” aparece una y otra vez. Se presume que en materia de seguridad, Federación, Estado y municipios trabajan unidos sin importar partidos políticos. Se habla de esfuerzos conjuntos, de mesas permanentes y de una estrategia común para enfrentar a la delincuencia. Ese relato, más allá de los matices, busca transmitir confianza: la seguridad no se negocia y se atiende en bloque.
Ah, pero la coordinación se diluye cuando de presupuesto se trata. El caso de las carreteras federales en Jalisco lo hace aún más evidente. Desde la Cámara de Diputados se acusa que el Gobierno del Estado no ha ejercido una bolsa de 400 millones de pesos para mantenimiento.
En contraste, desde el Ejecutivo estatal se asegura que ese dinero nunca ha estado bajo su control, sino que corresponde a la delegación de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
Mientras tanto, los más de dos mil kilómetros de carreteras federales que atraviesan Jalisco permanecen deteriorados, plagados de baches y con deficiencias que representan un riesgo para la seguridad vial, la economía y la vida cotidiana de miles de personas. La ciudadanía, al final, paga las consecuencias de un desencuentro político.
La obra pública es terreno de protagonismos. Cada partido busca colgarse la medalla de los recursos invertidos, los proyectos inaugurados y las obras entregadas. En lugar de un frente común que tanta falta le hace a los ciudadanos.
Si en seguridad es posible presumir coordinación diaria y sin distingos, lo mismo debería ocurrir en materia presupuestal. Jalisco necesita que diputados, senadores, autoridades federales y estatales trabajen como un solo bloque, sin importar siglas… Sí, planteo lo nunca antes visto, lo sé, pero ¿qué sería de esta vida sin soñar?