En fechas de festejos patrios como la de hoy, tome en cuenta este nombre desconocido: Alicia Matías Teodoro. Seguramente no le dice nada, no le recuerda a nadie. No tenía miles de seguidores en redes sociales ni pretendió nunca ser youtuber ni influencer. Era una mujer de 49 años y tenía un trabajo humilde que le permitía sacar adelante la mayoría de los gastos cotidianos.
A esa edad ya era abuela, y como la mayoría de las abuelas mexicanas, apoyaba en el cuidado de sus nietos.
Involuntariamente –y seguro si le hubieran preguntado jamás habría querido la fama que ahora la envuelve– alcanzó notoriedad nacional. El 10 de septiembre, un miércoles cualquiera, mientras cuidaba a su nieta en Iztapalapa, una pipa cargada de gas LP volcó en el Puente La Concordia al transitar por la Calzada Ignacio Zaragoza. Explotó y el gas que se expandía rápidamente quemó a su paso a vehículos y personas.
La señora Alicia Matías abrazó a su nieta. La cubrió con su cuerpo para protegerla y después, pasado el incendio en el aire, empezó a caminar por la avenida pidiendo auxilio. Tenía quemaduras graves en el 90% de su cuerpo y la ropa quemada se le caía junto con tiras de piel chamuscada. No se detuvo hasta que un policía le quitó a la niña de los brazos y se trepó con un motociclista para que lo llevara a entregar a la criatura en un hospital. También la bebé estaba herida, pero el daño fue menor y hoy está fuera de peligro, recuperándose.
Su abuela murió el 12 de septiembre. No resistió el daño de las quemaduras.
Hasta ayer, 14 personas habían muerto después de la explosión, abrazados por el gas ardiente. 39 personas siguen hospitalizadas y otras 30 habían sido dadas de alta.
Sin ceremonias, sin homenajes, es la abuela heroína.
Alicia Matías no sólo rescató a su nieta, envió un mensaje de esperanza y convicción.
Seguramente, millones de madres y abuelas en México harían exactamente lo mismo por los suyos sin dudarlo dos segundos.
¿Alicia Matías aceptaría un homenaje? Lo más probable es que no. Su sentido del deber, herencia de su cultura y sus antepasados, no se compra.
En un momento histórico como el actual, en el que los mexicanos padecemos una crisis de violencia e identidad, el potente mensaje de Alicia Matías trasciende fronteras y seguro puede llegar hasta donde dicen que de México llegan sólo delincuentes.
Desde aquí, el mayor y más sincero reconocimiento a la abuela heroína, a Alicia Matías que encarna en silencio lo mejor de los mexicanos.