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Ismael Ramírez
Ismael Ramírez
Especialista en Medicina Familiar. Maestro en Farmacología. Dr. en Investigación Psicológica

El desprecio a la medicina familiar/general

20 septiembre 2025
|
05:00
Actualizada
21:54

Después de haber explicado los factores principales que han impedido el despliegue de la medicina familiar/general desde su desaparición de la enseñanza en 1910 hasta su resurgimiento en las décadas de 1960 y 1970, y que en México tomó una forma simplificada, es momento de abordar el desprecio que ha sufrido en las academias universitarias. La base de lo que describo a continuación proviene de una publicación de “Annals of Family Medicine”, de septiembre de 2016 (1).

La valoración de la medicina familiar empeora en el trayecto de la educación médica

Los datos de investigación muestran que de cada 100 estudiantes que al ingresar a la escuela de medicina piensan dedicarse a la medicina de primer contacto, solo 39 persisten y solicitan su ingreso a esa especialidad en EE.UU. ¿Qué es lo que hace que 61 por ciento cambien de opción? Algunas respuestas están en las grabaciones de entrevistas a profundidad realizadas a 52 médicos de atención primaria en 1990; el investigador, pediatra e historiador, Fitzhugh Mulan, donó para uso público las grabaciones y las transcripciones a la Biblioteca Nacional de EE.UU. Es un total de tres mil 224 páginas, con promedio de 62 páginas por médico entrevistado. Los entrevistados se graduaron entre 1936 y 1985. Es decir, cursaron la escuela de medicina antes y después del resurgimiento de la medicina familiar/general en 1960 y la década de 1970. Las transcripciones fueron analizadas con un riguroso método de investigación cualitativa ampliamente validado en sociología médica. El método se basa en la comparación constante, la búsqueda de contrastes de los hallazgos (buscar casos contrarios a los que van surgiendo). El método hoy se denomina “Teoría fundamentada” (2) y es imposible de describir aquí.

 

Hallazgos

Hasta 63.5 por ciento de los entrevistados indicaron que fueron desalentados por profesores y decanos a ser médicos familiares/generales. Algunos reportaron franco desprecio. El menosprecio en algunos casos empezó desde la entrevista inicial para el ingreso a la escuela de medicina. Transcribiré pocos ejemplos por la restricción de espacio:
“¿Bien qué tipo de médico quieres ser?, dije un médico general. El decano pasó 20 minutos regañándome… y me dijo que podía ir a otra escuela si eso deseaba”… (El estudio reporta la universidad del entrevistado – U. Tufts, 1964).

Así el mensaje que recibieron muchos de los entrevistados de parte de profesores y decanos es algo que en México es muy común:
“Si eres inteligente y capaz, esto es incompatible con estudiar medicina familiar”. “Estudiar medicina familiar equivale a tener algún tipo de falla… es un estigma, es casi como haber estado en prisión”. (p. 448).

Decía un entrevistado:
“No hay ningún mérito en ser médico general… el médico del pueblo es considerado la parte más baja del tótem médico en término de intelecto”. (U. de Indiana 1965).

Estas viñetas me hacen recordar que en 1985, cuando yo tenía dos años como médico familiar en el IMSS, era muy conocido el sobrenombre que los especialistas nos dirigían: “Los teflones… porque nada se les pega”. El desprecio, la burla, eran francos. No puedo olvidar aquella lapidaria frase que me espetó un cardiólogo director del Centro de profesores en Jalisco del IMSS en 1997, cuando sin mediar explicación me dijo en un corredor:
“¡El Seguro Social no necesita genios Ismael, necesita gente que saque la chamba!”.

La frase textual y el tono, el papel de jefe que te puede no-aprobar, el que entrega reportes confidenciales de ti… me dejó perplejo. Lo que yo no sabía es que no respondía solo a una estructura de personalidad y organización de un área de una organización nacional, sino a una cultura dominante incontestada. Los médicos de primer nivel de atención no deben ser más que lo que les permitimos ser, punto. No extraña el anquilosamiento de 50 años en los programas, contenidos, métodos en que se encasilla a los médicos familiares mexicanos. Imposible aquí aceptar que el primer nivel de atención es una estructura física que alberga una realidad científica y filosóficamente distinta que los niveles hospitalarios. Y que requiere de un método clínico que va más allá del diagnóstico diferencial biomédico como he descrito en columnas previas. Si no respetas este dogma, eres anatema, quedas marginado y tu trabajo en riesgo.

 

Volviendo al estudio referido

El reporte de Veazey (1), demostró que el desprecio a la medicina de atención primaria se mantuvo desde las décadas de 1930 hasta 1985. Y yo digo que hoy persiste. El estudio deja claro que la escuela de medicina no incluye los contenidos teóricos y prácticos que los generalistas encontrarán en su realidad de la Atención Primaria. Dice un entrevistado:
“No hay forma de que pasando por el hospital uno aprenda lo que el generalista tendrá que enfrentar en realidad. El hospital te enseña ciertas destrezas y conocimientos que tienen muy poco que ver con los que hará el generalista en una sobrecargada consulta externa. Es diferente para el cirujano; él aprende en el hospital lo que seguirá haciendo”… (U. Northwest School of Medicine 1947).

 

Conclusión

Veazey concluye que existe una enseñanza oculta en la educación médica (el famoso currículo oculto) dirigido a denostar las prácticas profesionales de la Atención Primaria. Esta situación no ha desaparecido a pesar del persistente discurso oficial de varias décadas en el sentido de que “hay enorme necesidad de médicos de AP de alta calidad, y sus aportes a la salud pública son innegables”. Veazey rescata la honesta y fundamental pregunta de SW Bloom de 1989:
“¿Estamos entrenando los médicos que la población necesita?”.
Mi respuesta estimado lector, ha sido expuesta lo mejor que he podido en las 50 columnas que QuieroTV digital me ha dado en confianza, de septiembre de 2024 a septiembre de 2025. La medicina, en cuanto sistema educativo y sistema asistencial, está alejada de la población a que están obligados servir por ley y por ética de servicio. No solo el sistema de salud público, sino el privado, y lo mismo las universidades públicas y privadas. La historia humana nos dice que sin movimientos sociales amplios y conscientes dirigidos coherentemente a defender a las mayorías, prevalece la cultura que defiende los intereses de burocracias y grupos de poder económico y político.
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Referencias bibliográficas
1. Veazey, J. (2016). Hostility during training: historical roots of primary care disparagement. Annals of Family Medicine, 14(5), 446-425.
2. Charmaz, K. (2014). Constructing grounded theory. 2a Ed. Los Angeles, California, USA: SAGE Publications.

*Las opiniones y contenidos en este texto son responsabilidad total del autor y no de este medio de comunicación.
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