Preservar la paz, el derecho internacional y los derechos humanos, fueron los objetivos que se propuso la Organización de las Naciones Unidas, fundada dos meses después de concluida la Segunda Guerra Mundial; surgió en el mundo geopolítico para ser el garante de la paz. Por estos días, la ONU cumple sus primeros 80 años, celebración que hoy me motiva a realizar algunas reflexiones.
Esa organización, con esos ideales, ya no existe. Ocho décadas después, el mundo cambió.
Los bloques de países dieron paso a la globalización y éste, al multilateralismo; ahora estamos de regreso en la época de las coaliciones de países integrados por afinidades y sistemas operativos, como la Unión Europea, el Grupo de los Siete o el Foro de Sao Paulo, que afilia a países de izquierda. Por esto y en medio de varias guerras, hambrunas, populismos y dictadores que amenazan a la democracia en su más pura expresión, la ONU está replanteándose sus objetivos y misión, pues lo que hace ahora está muy lejos de ser tomado en cuenta por los estadistas actuales.
La ONU, que inició sus labores con 51 miembros y que ahora afilia a 193, es liderada por Antonio Guterres, su secretario general que ha propuesto la iniciativa ONU80, para eficientar sus operaciones, mejorar su posicionamiento y ahora sí , fungir como el mediador de las naciones en conflictos, para obtener resultados cruciales y así dejar de ser sede de encendidos discursos, y pasar a ser el edificio en donde se generen las políticas públicas estructurales para poner al mundo a punto, como los buenos motores de alto octanaje.
Lo cierto es que los cambios que propone Guterres no deben ser solo administrativos; que eliminen burocracias y pongan unidades de medición, esa misión dejaría a la organización corta de miras y sin la fortaleza suficiente para que, aprovechando esta coyuntura de la ONU80, elevar su estructura para elaborar una nueva carta de las naciones que propicie un mundo más humano y pacífico. ¿Quién sino para hacerlo?
La ONU debe demostrar, primero, su capacidad para alcanzar acuerdos y resolver los mayores problemas del mundo, y de paso, resolver los entretelones burocráticos que solo la empantanan.
Seguimos en conexión.