El debate sobre cómo solucionar el problema vial de López Mateos (ZMG) es una muestra total de lo egoístas que somos los tapatíos (y demás vecinos metropolitanos). Todos queremos que nos resuelvan un problema que nosotros creamos, y del cual no estamos dispuestos a renegar.
A fuerza de empeñarnos en que todo, absolutamente todo, se encuentre en la Zona Metropolitana de Guadalajara, hemos creado una ciudad monstruosa que, si bien es bastante bonita y agradable en su parte central, termina siendo una pesadilla de movilidad y seguridad para todos.
Se discute ahora si debemos restringir la creación de más fraccionamientos sobre López Mateos, o si necesitamos regular el horario de uso de camiones que abastecen a la ciudad, pero no hablamos de restringir y regular la instalación de nuevas empresas, o de universidades, o de edificios con cientos de minidepartamentos.
La Zona Metropolitana de Guadalajara necesita descentralizarse. Ya lo había expuesto en otra ocasión: debemos generar incentivos (y también restricciones) para que cualquier nuevo centro universitario público o privado se vaya a otra región del Estado. O que los nuevos clústers tecnológicos se instalen en zonas alejadas de la capital que sean sumamente accesibles para los proveedores.
Urge desatar ese nudo que significa la Zona Metropolitana de Guadalajara. Necesitamos desarrollar poblaciones (tipo Ajijic) para que los adultos mayores puedan retirarse a vivir sus últimos años. Campus universitarios privados en Lagos de Moreno, Ciudad Guzmán, Ahualulco o Poncitlán, para que los estudiantes vivan en otras latitudes su educación profesional. Incluso llevar a algún municipio cercano buena parte de la burocracia estatal.
No todo debe ser la Zona Metropolitana de Guadalajara. Estamos repitiendo un modelo que todos criticamos: el de la megalópolis que es la Ciudad de México y sus municipios cercanos.
Decirlo es fácil, hacerlo no tanto. Pero mientras nos empeñemos en mantener todo en la ZMG, no encontraremos soluciones a problemas viales o de seguridad; sólo patearemos el bote hacia adelante.