La temporada de lluvias de este 2025 pasará definitivamente a los registros de la historia reciente del Área Conurbada de Guadalajara. Ha sido muy abundante y ha causado destrozos en Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco. Las lluvias han tomado una veintena de vidas y han causado inundaciones en numerosos municipios del Estado. Y la misma historia puede constarse en la Ciudad de México y muchos estados del país.
Las lluvias están a punto de terminar este año y dejarán detrás una estela de destrucción, varias muertes y aprendizajes forzosos.
En Zapopan, una colonia que se ha convertido en un foco de inundaciones es La Martinica. Sólo en el actual temporal, han sufrido dos inundaciones y el agua, además de la destrucción de casas y de la propiedad de familias humildes, también cobró dos vidas.
Los análisis sobre las causas y efectos son numerosos, y uno de los señalamientos reiterados es la inviabilidad de que en zonas de crecidas de ríos, se hayan construido casas que de manera directa resultan afectadas. No son pocas las voces que acusan molestia porque las autoridades apoyen con recursos económicos a quienes viven en la zona, “porque no deberían estar ahí”.
Sin embargo, ayer el gobernador del Estado, Pablo Lemus, anunció que en lugar de sacar a los habitantes de La Martinica, se les apoyará también con la construcción de un vaso regulador.
En una zona de 10 hectáreas, en el Parque Zapopan Sur, muy cerca de La Colmena en la Colonia Miramar, se construirá un gran vaso regulador para contener el agua que a raudales, baja durante las tormentas y provoca los daños de los que estamos hablando.
Los gobiernos de Zapopan y del Estado, apuestan por construir más estructuras para disminuir los daños causados por muchos años de fallas en la urbanización. Pero la lógica es la de ayudar a quienes están más necesitados. En ningún momento, ni Lemus Navarro ni el presidente de Zapopan, Juan José Frangie, han considerado la posibilidad de expulsar o reubicar a los vecinos de La Martinica.
Si esa opción es viable, debe abordarse con responsabilidad y en plazo de años, a fin de resguardar la seguridad de las personas, sobre todo si se acepta que las lluvias intensas y las crecidas pueden ser repetitivas en cada temporal.
Pero antes de estas soluciones, está el respeto a los derechos inmediatos de las personas que, muy probablemente con desconocimiento y siendo víctimas del abuso de otros, decidieron asentar sus casas y sus vidas en la zona.
Es, definitivamente, el camino correcto.