El fin de semana pasado en el centro de varias ciudades, una enorme manta de forma silenciosa y a la vez como si fuera un grito aturdidor, expresaba un reclamo, una deuda de años: “NO HAY DERECHOS HUMANOS SIN DERECHO A LENGUA DE SEÑAS”.
Una vez más, la comunidad sorda alza una enérgica protesta ante la exclusión y discriminación que prevalece por la indiferencia de las autoridades y de la sociedad para hacer valer su derecho de accesibilidad a la información, el derecho a la lengua de señas, el derecho a la educación bilingüe e inclusiva, el reconocimiento cultural y de la lingüística específica de las personas sordas y el uso de las tecnologías de apoyo para facilitar la comunicación.
Ciertamente, existen escuelas para la educación de la niñez sorda, sin embargo, son insuficientes, hay escasez de maestros especialistas que dominen la lengua de señas, lo cual complica que se cumpla con una educación incluyente para los sordos. Casi nadie entre la población, conoce la lengua de señas para poder comunicarse adecuadamente con las personas sordas. Es imperativo que existan espacios verdaderamente inclusivos, donde las personas sordas se puedan comunicar en lengua de señas y se les responda de igual forma, como debe ser por derecho. Que se haga valer la ley que exige la presencia de un intérprete de lengua de señas mexicanas para garantizar el acceso a sus derechos.
Recordemos: es prioridad eliminar la brecha de desigualdad que provocan la existencia de las barreras creadas por la sociedad y el gobierno que impiden el pleno uso de los derechos de las personas con discapacidad.
En este día, recordando a la comunidad sorda y ante este sentido y justo reclamo: “NO HAY DERECHOS HUMANOS SIN DERECHO A LENGUA DE SEÑAS”, los invito a realizar una profunda reflexión, siendo todas y todos responsables de construir una sociedad inclusiva, donde sean respetados nuestros derechos en igualdad de condiciones y oportunidades, sin importar nuestra discapacidad.
¿Qué estamos haciendo de forma personal, para estrechar esta enorme barrera que marca una desigualdad que discrimina y excluye a la comunidad sorda?
Demostremos nuestra solidaridad, nuestra empatía, dejemos a un lado la indiferencia, seamos conscientes del apoyo que requieren y pongamos manos a la obra para favorecer la inserción, la verdadera inclusión de las personas con discapacidad auditiva.
Que no llegue el próximo Día Internacional de las Personas Sordas y nos encuentre de brazos cruzados; demostremos que somos capaces de generar empatía y lograr una mejor sociedad, que sin lugar a duda nos beneficiará a todos y todas.