Alfredo recorrió su repertorio completo: desde los clásicos que lo posicionaron hasta los temas más recientes
En el corazón del palenque y con todas las localidades agotadas, Alfredo Olivas se reencontró con su público tapatío en una noche donde no solo sonaron los acordes del regional mexicano, sino también se abrió paso la emoción.
El escenario circular fue testigo de un artista que no vino a cumplir, vino a entregarse con alma y corazón. Desde el primer tema, la conexión fue inmediata: cada canción tocaba una historia, cada verso parecía cantado por un poeta. Lo suyo no fue un espectáculo, fue una conversación musical con miles de corazones presentes.
Su interpretación se volvió en un momento de catarsis colectiva. Alfredo con lágrimas visibles, terminó rindiéndose a su público y en ese instante, el palenque no aplaudía a un cantante, sí a un gesto que rompió la barrera entre artista y público.
A lo largo del concierto, Alfredo recorrió su repertorio completo: desde los clásicos que lo posicionaron hasta los temas más recientes que hoy lo consolidan. Entre baladas, letras intensas y ovaciones continuas, la energía no bajó ni un solo instante.
Cuando se despidió, el público no se movió de su lugar. La petición fue unánime y ensordecedora para que Alfredo continuara en el ruedo.
Una noche que fue mucho más que música: fue desahogo, cercanía, y prueba de que las Fiestas de Octubre están vivas, y se viven en carne propia.