La presidenta Claudia Sheinbaum culminó en el Zócalo de la Ciudad de México el ciclo de su primer año en el cargo. Después de presentar su informe el 1 de septiembre al Poder Legislativo y recorrer todos los estados del país para llevar su mensaje, reiteró su lectura positiva del ejercicio de gobierno en la principal plaza pública del país, frente a una gigantesca concentración de simpatizantes que, como establece el guión obligatorio, aplaudieron todas y cada una de sus afirmaciones. La presidenta, sin embargo, no destinó una sola palabra a los “otros temas”, que todos comentan.
Claudia Sheinbaum no está obligada ni legal ni históricamente a reconocer errores o faltas durante su gobierno. No lo ha hecho ninguno de sus antecesores y seguramente, no existe un solo asesor que se atreva a poner esa posibilidad en la mesa.
Sin embargo, hay varios temas con peso específico que acompañan el primero de sus seis años de ejercicio.
La corrupción identificada y denunciada, que involucra a integrantes de la Marina Armada de México y de las aduanas, es el más grave de los escándalos en esta joven administración; todavía está pendiente enumerar a todos los cómplices y castigarlos. Este caso en particular, abrió la puerta a una realidad que puede convertirse en crisis profunda si no se resuelve con energía y a la brevedad: la descomposición estructural de las Fuerzas Armadas en México, si se mantiene su acceso a recursos económicos ilimitados y el aumento de facultades y tareas que no son de su naturaleza.
El caso Adán Augusto López Hernández, que aunque parece insostenible no ha derivado en otra cosa que la detención de Hernán Bermúdez Requena, ex colaborador y secretario de Seguridad en el gobierno tabasqueño de Adán Augusto, período en el que organizó y encabezó a un cártel de narcotráfico y crimen organizado.
El increíble desabasto de medicamentos en el sector público de salud, que pueden constatar todos los días los usuarios del IMSS y del ISSSTE, sin contar a los millones de mexicanos que no tienen acceso a ningún esquema de salud: 44.5 millones, según el INEGI. Este fracaso del gobierno mexicano se gestó en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, pero después de un año de trabajo, la administración de Claudia Sheinbaum no ha podido encontrar un esquema factible no para eliminar el desabasto, sino al menos para comenzar a corregir el problema.
La escasa inversión del gobierno federal en infraestructura y el sector público, por dos razones principales: la balanza se inclina todavía a los estados del Sur y el Sureste de México, donde no hay evidencia de que proyectos como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas vayan a detonar el desarrollo económico que cambie el rostro y el destino de estas regiones del país, y el cuantiosísimo rescate de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. La presidenta adelantó hace unas semanas que después del dinero que recibirá en 2026, Pemex deberá salir adelante por sí sólo en 2027. ¿Pero hay pruebas de ello?
Tampoco habló de la crisis interna en Morena, su partido. Es obvio que Morena, partido en el poder sin apenas oposición, está corriendo aceleradamente en una ruta de descomposición y abuso. No son sólo los morenistas que se han enriquecido rápidamente y exhiben su poder económico en México y en el extranjero, son también quienes retan a la presidenta cuando condena el nepotismo y el exhibicionismo; son quienes se han convertido en los nuevos “virreyes” en sus estados y regiones; son quienes abiertamente sostienen contubernios con élites económicas que surgieron con Morena, e incluso con grupos delictivos.
Y la presidenta, en su informe, no habló de espacios para la oposición o las opiniones diferentes; aseguró sí, que se vive la libertad de expresión más plena en la historia del país, pero condenó a los únicos actores públicos que aún mantienen una crítica abierta e investigan los fallos del gobierno: los medios de comunicación.