Que les parece si en lugar de hablar sobre la Inclusión, hablamos sobre recorrer nuevos caminos o quizás no nuevos, sino distintos para que, sin simulaciones, trabajemos por la Inclusión.
La Inclusión pareciera ser un constructo social, pero más que un concepto debe ir acompañada de acciones que a través de políticas públicas, proyectos comunitarios y nuestras propias acciones, contribuya a cambiar la vida de los demás, específicamente, que mejore la vida de las personas que forman parte de poblaciones vulneradas.
La Inclusión es un derecho, por tanto, una obligación que como gobierno y sociedad debemos conseguir y que sea una realidad para todos y todas, teniendo así igualdad y equidad de oportunidades, como sujetos de derecho que somos, independientemente de nuestra condición de vida.
Por eso, esta semana les propongo que veamos la Inclusión, como la oportunidad para transformar la vida de quienes viven una situación vulnerable. ¿Por qué no actuar desde la empatía y llegar hasta la compasión, con un genuino deseo de que los demás se sientan bien?
La empatía es una habilidad que debe ponerse en práctica para generar cambios, proyectos y por supuesto, políticas públicas, que nos ayuden a crear sociedades justas y humanas.
La empatía nos conecta con los demás, nos ayuda a sentir lo que siente el otro, un ejemplo muy simple es que cuando observamos que alguien tiene un accidente y percibimos su dolor por lo sucedido, casi podemos decir que “nos duele lo que pasó”. Ahí estamos hablando desde la emoción, y eso se denomina empatía emocional.
La empatía va más allá, tiene un componente cognitivo, es tratar de entender, de comprender su experiencia, ¿y por qué se siente así? La empatía cognitiva nos permite comprender lo que está sucediendo. Para seguir con el ejemplo anterior, sobre la persona que sufrió el accidente, tratar de percibir cómo se siente y porqué se siente así, llegar hasta la compasión, deseando lo mejor a esa persona y ver de qué forma podemos apoyarle a que se recupere del accidente que tuvo, para terminar con el ejemplo que vengo mencionando.
Estamos hablando del espectro de la empatía humana, como lo menciona el psicólogo Jamil Sakí, con estos 3 componentes: la empatía emocional, la cognitiva y la compasión.
La empatía es una habilidad que se desarrolla y se practica, no es algo estático. La empatía por lo tanto puede generar cambios importantes en la forma como nos relacionamos con los demás.
Generar empatía puede ayudarnos a transitar nuevos y distintos caminos para promover y lograr la Inclusión sin simulación. La Inclusión debe llevarnos a todos los que formamos una sociedad, a generar cambios en nuestro entorno para mejorar la vida de quienes más necesitan nuestro apoyo.
Mi compromiso social ha sido trabajar con y para las personas con discapacidad, por eso insisto tanto en que todos nos apliquemos a formar comunidades más justas y más humanas, donde alejemos la exclusión y la discriminación.
El ritmo acelerado en el que vivimos, el exceso de actividades, las horas que dedicamos al trabajo, a ir de un lugar a otro, el uso indiscriminado de la tecnología, no siempre nos ha conectado; en muchos casos nos ha hecho más individualistas y hasta indiferentes ante algunas situaciones.
Hemos normalizado situaciones de violencia, bullying, discriminación y hasta exclusión que se dan desde edades muy tempranas. Puedo decir que ni siquiera nos altera, escuchar las consecuencias terribles, en casos hasta mortales que esto conlleva.
Nos estamos olvidando de formar nuestro carácter, de fortalecer los valores, de desarrollar la empatía, la compasión, que nos permitiría vernos con otros ojos, donde la aceptación de unos y otros tal cual somos, nos concediera crear espacios seguros e inclusivos, en los que todos tengamos el mismo valor por ser reconocidos como personas y que nos debemos un trato digno y respetuoso, sin hacer notorias nuestras diferencias y características por vivir con discapacidad.
Antes de que esto haga más estragos en nuestras comunidades y en nuestra sociedad, yo los invitó a generar muchos y más momentos de empatía, donde nuestras acciones nos lleven a tener comunidades más justas y más equitativas.
Es momento de hacer un alto, reflexionar el camino que llevamos personalmente, como familias, como sociedad.
Cierto es que en la formación de sociedades más equilibradas, menos discriminatorias, el gobierno tiene responsabilidad. A través de políticas y programas públicos debe eliminar o estrechar la brecha de desigualdad; también la Comisión de Derechos Humanos y muchas otras instituciones están obligados a trabajar en la creación de un piso parejo, con estricto respeto a los derechos fundamentales.
Esto, de ninguna manera, nos exenta que cada uno de nosotros hagamos lo pertinente. No debemos atenernos al trabajo de las autoridades; si queremos vivir en una mejor sociedad pongamos manos a la obra, incluso para supervisar las acciones de las autoridades. Seamos una sociedad responsable, organizada, que también pide cuentas y está al pendiente de las acciones de nuestros gobiernos; supervisemos cuanto y de qué forma gastan nuestro dinero.
Solo involucrándonos y teniendo nuestras propias acciones conseguiremos la Inclusión que realmente trasforme vidas.