En la agenda de gobierno, igual que sucede en las agendas personales, las emergencias ocupan el primer lugar sin pedir permiso. El gobierno federal que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum ha debido atender en su primer año de ejercicio varias emergencias: las amenazas de aranceles de Trump y las exigencias del gobierno estadounidense; los desastres naturales; el combate al crimen organizado, entre otras.
Quizá por eso, por lo más urgente, otros asuntos que forman parte de “la agenda casera” ganan poca atención, a menos que sean muy mediáticos (los conflictos políticos) o que la gente no resista más la espera: desabasto de medicamentos, falta de atención en infraestructuras básicas como carreteras, hospitales o escuelas… y desde esta semana, las protestas organizadas en ciudades y accesos carreteros.
No hay indicios de que se hayan puesto de acuerdo, pero al mismo tiempo, los productores de maíz tomaron importantes accesos carreteros en varios estados del país para exigir la atención del gobierno federal y reclamar por el bajo precio que reciben por el maíz que producen y que ya procesado, no ha parado de subir de precio, sin que ellos obtengan ganancias.
Y por otra parte, trabajadores del Sistema de Administración Tributaria (SAT) también hicieron un paro y en la Ciudad de México tomaron calles, para exigir atención y mejoría de prestaciones elementales como sueldo, vacaciones y materiales para realizar su trabajo. ¡En el SAT! La dependencia recaudadora del gobierno federal reclamando malos tratos.
Aunque parecen asuntos de orígenes y naturaleza diferentes, sus problemáticas tienen algo en común: desatención desde la administración del ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
En el caso del SAT, durante el sexenio obradorista se aplicó un proyecto de austeridad que, curiosamente, ha afectado más a las bases de trabajadores que a quienes ocupan cargos directivos. Las quejas estuvieron presentes y sin que nadie las atendiera. Ahora, la base de la burocracia recaudadora reclama que no les dan vacaciones, no hay aumentos salariales pero sí más trabajo e incluso, les faltan insumos de papelería.
Los productores de maíz, mientras tanto, reflejan la realidad del sector rural: se eliminaron los programas de apoyo que habían tenido por sexenios y les dejaron sólo los programas asistenciales de Bienestar. El campo mexicano ha perdido empuje y capacidad productiva con contadas excepciones.
Ahora son los maiceros pero el tema amenaza con empezar a sumar a más sectores de producción, que reclaman más ingresos por su trabajo.
Igual que ha sucedido con otras áreas de gobierno, la actual administración de Claudia Sheinbaum está recibiendo las “bombas de tiempo” que dejó la administración del “primer piso de la 4T”.
La cuestión es: ¿Podrán desactivarlas?