La vigente discusión de la Reforma Judicial en Jalisco ha puesto de manifiesto un problema que no puede soslayarse de la reflexión política: las dificultades del equipo del Ejecutivo estatal para dialogar asertivamente con el Poder Legislativo y convivir, en una condición de minoría, con una pluralidad parlamentaria mayoritaria.
En el sexenio anterior, el gobernador Enrique Alfaro obtuvo una bancada hegemónica en su primera Legislatura y construyó alianzas para sostener la mayoría en la segunda. En tal circunstancia, el Congreso terminó siendo un espacio de trámite más, subordinado a la voluntad del gobernador, sofocado en sus tareas legislativas y de fiscalización.
La cultura del poder hegemónico, de la imposición, de la cerrazón para la construcción de acuerdos que caracterizaron a MC en los años de bonanza política, han pretendido reproducirla en esta Legislatura los interlocutores del Ejecutivo sin preveer las consecuencias. Ese maltrato ha provocado que al menos seis fuerzas políticas y el diputado independiente, Alejandro Puerto, reclamando el respeto a su dignidad, hoy sean un verdadero contrapeso al poder y hagan uso de la política para construir acuerdos en bien de las y los jaliscienses, aun con la resistencia legislativa minoritaria de MC.
Ejemplo de ello es la reciente aprobación del dictamen de iniciativa de reforma al Poder Judicial y la no ratificación del nombramiento de una Magistratura del Supremo Tribunal de Justicia que era del mayor interés de MC.
Ante uno y otro tema, MC no mostró la mínima disposición para dialogar, para contrastar ideas, para argumentar en favor de sus pretensiones, para construir acuerdos, para escuchar. Se limitó a exponer sus aspiraciones y ya expuestas las dejó sin defensa argumentativa. Esto no funciona en la pluralidad.
MC debe adaptarse a la nueva realidad del Congreso y aprender a convivir en forma respetuosa con las demás fuerzas políticas, debe entender que hay agendas múltiples, no únicas, y que la manera en que podrá abonar a la propia es construyendo acuerdos y aceptando las demás. Debe saber que para ganar unas tendrá que ceder otras, porque, de seguir obcecado queriendo ganar todo, todo lo perderá.