Los fenómenos naturales no son opcionales. Vienen implícitos con nuestro querido hogar, llamada Tierra. Estos no distinguen geografías, ni nacionalidades, gobiernos o clases sociales; simplemente acontecen y nos ponen a prueba para demostrar qué impera: ¿El egoísmo o la solidaridad? ¿El humanismo o el individualismo?
A punto de finalizar el temporal de este año, múltiples municipios del centro-oriente de nuestro país se vieron fuertemente afectados ante las lluvias extraordinarias que sucedieron entre el 6 y el 9 de octubre. Cinco estados concentran los mayores daños: Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí; donde ante el desbordamiento de ríos y arroyos, lamentablemente han perdido la vida 70 personas y 72 siguen desaparecidas hasta el momento.
Desgraciadamente, Jalisco no estuvo exento a la tragedia. Puerto Vallarta también se vio seriamente afectado con las torrenciales lluvias del 11 y 12 de octubre, que dejaron lamentablemente un fallecido, miles de damnificados y más de mil 260 viviendas afectadas en varias colonias del municipio costero.
Sin embargo, ante estas graves tragedias señaladas, ante estos desastres naturales, la respuesta característica del mexicano siempre ha sido la solidaridad, tanto del pueblo como de su gobierno. En los estados del oriente del país, como en el municipio de Puerto Vallarta, en automático se activó el Plan DN-III-E, y nuestras Fuerzas Armadas comenzaron a brindar auxilio inmediato a la población.
De manera coordinada con estados y municipios, el gobierno de México ha realizado un gran despliegue para atender a los damnificados, movilizando a cientos de servidores públicos de diversas secretarías federales e incluso, con la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum en varias de las zonas afectadas.
No tengo dudas, pueblo y gobierno, todas y todos están haciendo su parte para atender las consecuencias de estos desastres naturales, excepto unos pocos, muy pocos que, vergonzosamente, intentan lucrar políticamente con las tragedias. Es lamentable pero ahí están, intentan envenenar la solidaridad con su egoísmo, el apoyo con sus intereses individuales o de grupo; sin embargo, con su burdo intento lo único que exhiben es lo que llevan dentro, nada más.
Para todos los demás, muchísimas gracias por apoyar a quienes más lo necesitan, gracias por su solidaridad, por su humanismo en los momentos difíciles. Las y los damnificados saben que no están solos, tiene mucho pueblo y mucho gobierno para cobijarlos y salir juntos de esta adversidad.